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Malas noticias para el ingeniero Scott, y buenas para el señor Spock. La nave sigue sin control de trayectoria, pero la estación científica se prepara para investigar.
En estas dos últimas semanas, el equipo que intenta rescatar la sonda espacial ISEE-3 ha estado bastante callado, y no se debe a que hayan estado mano sobre mano. Como los médicos de urgencias que se enfrascan en revivir al paciente a base de inyecciones y descargas al corazón, se han visto en la posición del que tiene que actuar y dejarse de charlas.
Por mi parte, no he susurrado en las últimas dos semanas. Los motivos son varios, y no os aburriré con mis problemas personales. Sí os diré uno: estoy escribiendo un libro sobre la odisea de la ISEE-3. Cuanto más aprendo, más alucino, y espero haceros partícipes a todos de la aventura en un razonable espacio de tiempo. Por supuesto, todo eso requiere tiempo, y mi afán por escribir se mezcla con las ganas de no hacer nada durante las vacaciones.
Volvamos al espacio. Habíamos dejado el último susurro con el problema de la propulsión. Una de las hipótesis de partida sugería que quizá el nitrógeno, gas usado para dar presión a la hidracina y dirigirla a la cámara de combustión, había desaparecido. Podía deberse a pérdidas en el sistema de tuberías y válvulas, o bien podía haberse disuelto en la hidracina. Esto último se consideraba poco probable en condiciones normales, ya que el nitrógeno es un gas inerte (por eso justamente se utiliza para presurizar), pero en las condiciones que ha tenido que aguantar la ISEE-3, incluyendo sobrevuelos a la altura de la órbita de Venus, las cosas podían haber cambiado.
El post-mortem de los intentos de activar los propulsores durante los días 8 y 9 de julio sugieren que, por el contrario, la nave tiene abundante provisión de hidracina y nitrógeno. Se cree que las válvulas no se abrieron correctamente, quizá por problemas con los materiales que las sellan. Estos materiales son secreto ITAR, así que no pueden darnos más detalles sin arriesgarse a acabar en una prisión federal, pero el caso es que la atención se centra ahora en las válvulas y sus cierres.
Se han hecho varias pruebas en los últimos días. El día 16, se intentaron varias combinaciones válvula/propulsor. Afortunadamente, los sistemas de propulsión de la ISEE-3 son redundantes, lo que significa que si no funciona el elemento A podemos echar mano del B. Ese día, y el 18, se consiguió algo de propulsión, aunque insuficiente para variar la sonda en la dirección requerida.
La prueba más importante se hizo ayer día 23. Desde Arecibo, se hizo… bueno, algo así como si quisiésemos comprobar el sistema de calefacción de casa: probar las válvulas, averiguar si hay que purgar algún radiador, todo eso. El equipo estuvo, como dicen ellos, «martilleando» a diestro y siniestro para ver si conseguían desbloquear las válvulas y obtener propulsión. Este original «hammer mode» (que a mí me suena como cuando en las películas el protagonista le pega una patada al ordenador para que funcione) tampoco consiguió activar la propulsión de la nave.
En estos momentos la ISEE-3 se encuentra a apenas 1,78 millones de kilómetros. Su paso por las cercanías de la Luna está previsto para el 10 de agosto, menos de tres semanas, y todavía no sabemos si se logrará cambiar su trayectoria para que vuelva al punto de Lagrange L1. En previsión de un fracaso, el equipo de recuperación está activando el plan B. Es sencillo: hacer ciencia dondequiera que la sonda vaya.
Ya hay un instrumento científico cuyo funcionamiento ha sido comprobado. Se trata de un magnetómetro, que a comienzos de mes transmitió los primeros datos científicos de la ISEE-3 en más de veinte años. Ed Smith, el investigador principal del equipo del magnetómetro, sigue en activo, y el instrumento en sí fue construido en 1970, hace ya 44 años. Me pregunto cuál de los dos se jubilará pronto. De momento, el magnetómetro ha captado una variación brusca en el campo magnético interplanetario. La ISEE-3 sigue proporcionando información científica valiosa.
Visto que la reactivar la propulsión de la sonda pudiera no ser factible, el equipo de recuperación ha decidido pasar a «modo científico.» En las próximas horas darán más información, pero el plan pasa por ir reactivando los instrumentos científicos y ponerlos a trabajar. Incluso si la sonda no puede ser dirigida a voluntad, todavía podrá proporcionar información de la órbita en la que se halle.
Por supuesto, si la ISEE-3 no logra alcanzar el punto de Lagrange, o bien una órbita alrededor de la Tierra, se irá alejando y no volverá nuestras cercanías hasta dentro de bastantes años. Seguirle la pista a gran distancia volverá a ser un problema, pero ya se ha demostrado que la combinación de Arecibo, las radios basadas en software y los hackers del espacio pueden vencer esos obstáculos.
Eso suponiendo que no puedan restablecer el control sobre el sistema de propulsión, que no hay nada definitivo aún. Visto lo visto, me reafirmo en mi postura que expresé al final del anterior susurro; hasta que la gorda cante, la ópera sigue.
ACTUALIZACIÓN: Como hecho por encargo, el equipo de recuperación de la ISEE-3 ha esperado a que yo terminase de escribir este post, para acto seguido actualizarse ellos. Acaban de anunciar la creación de la Misión Interplanetaria de Ciencia Ciudadana (Interplanetary Citizen Science Mission), que comenzará el próximo 10 de agosto. Se trata de activar los instrumentos científicos, ponerlos a trabajar y compartir los datos. Podéis leer los detalles aquí. Aunque no descartan seguir intentando controlar la trayectoria de la sonda, parece que se dan por vencidos en ese punto. Según dicen, el problema es que no queda nitrógeno para la presurización del combustible. Veremos.
Ohhh que lástima!!! hubiése sido apoteósico, pero aún así, el trabajo ha sido magnífico.
Gracias por el seguimiento y ánimo con ese libro.
Me encantaría comprar ese libro,por favor, mantennos informados!
Es un placer leer tus crónicas.