Me entero entre siesta y siesta (sí, estoy de vacaciones) que hay un lío con algunos divulgadores científicos en relación con cuestiones de ética. Más concretamente, lo que me llega es esta noticia de eldiario.es en la que se habla de los divulgadores científicos en general mientras se centran en tres casos famosos.
Bueno, ya que estoy por aquí, aprovecharé para dar mi opinión tanto sobre esos casos como sobre la ética de la divulgación científica en general.
Todo gran poder…
Ya sabemos aquello de que todo gran poder conlleva una gran responsabilidad. Yo siempre he creído que cualquier persona con el poder de convencernos de comprar algo tiene una responsabilidad ante el público. Estamos acostumbrados a dar a personajes públicos una reputación desproporcionada solamente porque es eso, un personaje público. Podemos dar muchos ejemplos, y si menciono aquí algunos nombres no es por ningún motivo especial sino solamente porque son muy conocidos del público. Personas como Rafa Nadal, Carlos Sobera o Eduard Punset son bien conocidos de todos, y nos caen bien como personas: Nadal es un deportista de élite que nunca tira la toalla, Sobera cae simpático cuando enarca la ceja, Punset era como el abuelito entrañable de la masía al que vamos a visitar todos los veranos.
Ninguno de ellos anuncia los productos que anuncia porque los consideren buenos o les gusten personalmente, sino tan sólo porque los anunciantes les ponen una montaña de billetes sobre la mesa. Nos parece bien, hasta natural; pero su impacto ha sido diferente en esos tres casos. Nadie dice que los Kia sean malos coches, así que Nadal puede anunciarlos sin mucho problema ético, y podrá seguir llenándose los bolsillos sin preocupación en tanto no se demuestre que los Kia son trampas mortales. Otra cosa fue el caso de Carlos Sobera, fuertemente criticado por un anuncio para 888poker en el que se ha visto una incitación al juego online y un consiguiente refuerzo del problema de la ludopatía.
Fíate de mí
Sin embargo, el caso que más me interesa es el de Eduard Punset y su compromiso con Bimbo y su pan “sano y natural”, ya que, si bien ese pan no es esencialmente malo, sí resultaba preocupante que Punset se aprovechase de su estatus de divulgador científico para anunciar un producto que perpetúa los falsos estereotipos de “natural bueno, químicos malos.” Para miles de personas el pan con “químicos” no debe ser tan bueno si los de Bimbo sacan a Punset hablando de que el pan sano y natural es mejor y más recomendable.
Ni siquiera era el típico señor con bata de laboratorio diciendo que han probado el producto en el laboratorio y mola mazo; fue su fama como divulgador, y solamente eso, lo que le convertía en una autoridad legítima en la materia, el típico “confíe en mí, que soy un tipo majo y sé de lo que hablo”. Mucha gente le hizo caso sólo por eso, y creo que el caso Punset puede quedar como un clásico de mala ética en la divulgación.
Ahora bien, ¿qué pasa con los divulgadores científicos de verdad?
Conflictos e intereses
Cualquier persona que anuncie algo y se beneficie por ello tiene un conflicto de intereses, lo recalco de nuevo. Eso no significa que estemos en una situación inmoral o falta de ética. Ahora bien, parece que en el campo de la divulgación científica hay un baremo distinto, en el que no sólo tienes que ser leal y poner todas las cartas sobre la mesa sino que, según parece en ocasiones, es inmoral que te beneficies de tu trabajo.
Por ejemplo, parece que Lucía Galán ha recibido dinero de la multinacional GSK. ¿El problema? Que Lucía se ha posicionado a favor de la vacunación, como la de la meningitis B… que fabrica la empresa GSK. ¿Hasta qué punto es eso malo? Aquí es donde entra el rasero moral de cada uno. Yo, por ejemplo, creo que es un conflicto de intereses que debería mencionarse, pero no le doy mayor importancia ya que dudo que Lucía sea prevacunas prevacunas [¡fruto autocorrector!] por ese motivo.
Igual que en los artículos científicos, que exista dicho conflicto no es necesariamente síntoma de mala praxis o engaño en absoluto. Que Lucía reciba dinero de la multinacional farmacéutica que desarrolla una vacuna contra la meningitis B no es prueba de que la hayan comprado para que diga lo que ellos quieran. Otra cosa muy distinta es que Lucía hubiese cambiado de idea y se hubiese posicionado a favor de esa vacuna después de que GSK le diese dinero. Eso sí que sería feo. Pero no es el caso. También sería muy feo si la evidencia científica actual apuntase en contra de la vacuna para la meningitis B y Lucía se empeñase en ir contracorriente tras cobrar su cheque. También sería feo. Pero no es el caso.
Hay otros casos de conflictos éticos en el trabajo de la divulgación científica, y suelen ser del tipo venial, como el que acabo de mencionar. Yo mismo puedo ser acusado de poco ético, ya que despotrico contra las pseudociencias mientras vendo un libro contra las pseudociencias (por cierto, helo aquí). ¿Quieren acusarme de fraude? Vale. ¿Quieren creer que la farmafia me paga a lo grande por meterme con la homeopatía? Vale. Por lo que valga, no, no he recibido nunca cheque alguno de las malvadas multinacionales de siempre, y podría hacerles llorar contando cuántos libros he vendido (spoiler: pocos tirando a menos).
El esfuerzo que personas como yo dedica a la divulgación científica está fuera de proporción con cualquier beneficio que obtengamos. Nunca habrán visto a un divulgador abandonar la sala con un maletín de billetes justo después de cambiar repentinamente de opinión. Así que ¿por qué esta inquina reciente?
La mujer del divulgador debe ser virtuosa
El motivo por el que los divulgadores científicos (corrección importante: ALGUNOS divulgadores científicos) están siendo sometidos a tantas críticas (en realidad, no son tantas) en relación a la ética me ha venido confirmado por ciertos comentarios que he leído en Twitter, comentarios ácidos y que destilan rencor, en plan “toma ración de tu propia medicina”.
Entre la divulgación científica hay un grupo de personas, entre las cuales me cuento con orgullo, dedicados a desenmascarar supercherías pseudocientíficas, terapias con falsa base científica, y en general todo tipo de pensamiento anticientífico. La pseudociencia nos rodea, amigos, y hay mucho interés en que no se sepa la verdad, en efecto; pero proviene de la pseudociencia.
¿Qué verdad? Pues que las vacunas son seguras; que no hay evidencias de peligro en los organismos modificados genéticamente (OMG); que los chemtrails no son una conspiración de la NASA o los Hombres de Negro; que la homeopatía no tiene base científica alguna; que las terapias naturales y holísticas no tienen beneficios para la salud más allá del placebo; que los alimentos “sin químicos” no son ni mejores ni más sanos que los otros; y así podría seguir un buen rato.
Cualquiera que se haya dedicado a combatir la pseudociencia sabrá lo que es eso. Por cada comentario favorable te encuentras diez de insultos, ataques de soberbia, acusaciones de estar comprado, de ser parte del bando de los malos. Aprovechan cualquier oportunidad para acusarnos de pseudoescépticos, de mentirosos y de arrogantes. Mi trol favorito era capaz de tomar una sola frase y convertirla en un incendiario panfleto de varias páginas. Me recordaba a aquella frase que le atribuyen al cardenal Richelieu: dame seis líneas escritas por el hombre más honrado de Francia y encontraré un motivo para hacerle ahorcar. Ahora está muy calladito, y no es que lo eche de menos, pero seguro que estaría encantado de que le diese pie con el mínimo conflicto de intereses, pago de multinacionales, soborno real o imaginario.
No, amigo lector, no es casualidad que Lucía Galán, que he usado aquí como ejemplo, predique las ventajas de la vacunación; ni que Mulet se atreva a defender los OMG; ni que Deborah García hable y no calle contra la tontería de los productos “sin químicos”. Nadie se mete con David Attenborough o Brian Cox, pero cualquiera que hable contra las pseudociencias recibe lo suyo y lo de su primo.
Nos vemos en el caso de la mujer del César, que no sólo debía ser virtuosa sino también parecerlo. Este dicho se ha usado muchas veces, imagino que por su efecto irónico: César cambiaba de esposa y de partido político cuando le vino en ganas, se levantó en armas contra su propio gobierno, su vida privada era de todo menos modélica y acabó asesinado en el mismísimo Senado por sus amigos; pero oye, es que la mujer no parece lo bastante virtuosa.
En esa nos vemos ahora. Los amantes de la medicina natural convierten sus creencias en negocios, se aprovechan de la debilidad humana en su propio beneficio, se lucran sin reparar en el daño que hacen… pero los divulgadores debemos parecer virtuosos. Bueno, pues lo haremos. Escribiremos nuestros conflictos de intereses, diremos quién nos da dinero, avisaremos que no tienen por qué comprar nuestros productos. Podemos hacerlo mejor, y lo haremos. No tenemos nada que esconder.
DECLARACIÓN DE CONFLICTO DE INTERESES. Arturo Quirantes, autor de este post, tiene escrito un libro sobre homeopatía, otro sobre pseudoterapias, también sobre el uso del cine en el aula docente (con cero euros de financiación por parte de Hollywood, pero no pierde la esperanza), y declara que si compráis sus libros (bueno, esos y estos otros) lo convertiréis en un hombre rico y feliz, así que ojito con lo que hacéis, no vayáis a echarlo a perder.
me alegro de que roma la primera lanza en favor de sus compañeros. La divulgación científica es una de las actividades más honestas que se pueden hacer en el ámbito de la colaboración. Debemos exigir ésta honestidad en los divulgadores? Sí. Por supuesto. Sin ninguna duda. De hecho, los mismos mencionados en dicho articulo han admitido el error.
Lo que me parece de juzgado de guardia es que la denuncia provenga de un periódico, aunque digital y, según dicen, auto-mantenido por sus subscriptores. Me parece de una hipocresía BRUTAL. Por dos motivos:
1) Hace ya algunas décadas que la profesión de periodista murió en éste país. Esto ocurrió tan pronto como la prensa dejó de ser un negocio rentable y se convirtió en un instrumento de propaganda (en el sentido anglosajón de la palabra). Todo articulo que se lee en cualquier periódico es: o bien comunicado de agencia (que peca de los mismos problemas); o bien editorial, escrita des de arriba y por interés particular del dueño; o nota de prensa, es decir, pura y llanamente publicidad (solo decirles, para quien no lo sepa, de que la profesión del escritor de notas de prensa se llama ‘publicista’). Como un medio que se sustenta por éstas contribuciones puede hablar de conflicto de intereses?
2) El trato que se hace de la ciencia en los periódicos es prácticamente marginal por no hablar de vejatorio. No hay ningún control de rigor. Rezuman desconocimiento y desprecio. A veces, me pregunto si todo artículo pasa los mismos filtros. En dicho caso, nada de lo publicado en un periódico tiene el más mínimo contenido en información veraz. Si no fuera por la tarea del divulgador, muchas veces desinteresada, toda la información científica vendría de dichas notas de prensa, cargadas de intereses particulares y, sobretodo, de mentidas y falacias pseudocientíficas cuyo único objetivo es confundir al ciudadano y potencial consumidor.
dichoso autocorrector:
«La divulgación científica es una de las actividades más honestas que se pueden hacer en el ámbito de la *comunicación. «
Me sorprende la insistencia de los que se consideran divulgadores científicos en presentarse a los lectores como personas inmaculadas, objetivas, asépticas y situadas más allá del bien y del mal. Esa perspectiva apenas los diferencia de los que ocupan cargos de responsabilidad en las diferentes iglesias planetarias, occidentales y orientales, los encargados de mantener el dogma por encima de sus flaquezas humanas, en ocasiones con resultados penosos.
Otro punto que me llama la atención es la insistencia de algunos científicos que no son médicos titulados en disertar, polemizar y pontificar sobre cuestiones de salud. Esa ligereza que poseen para etiquetar de “pseudoterapias” a aquellas prácticas curativas naturales que son marginales respecto de la medicina convencional. El argumento recurrente de los científicos que no son médicos es que dichas prácticas curan por el efecto placebo, como si curarse por el efecto placebo fuese inmoral, inconveniente, anticientífico o sencillamente ridículo. Los médicos en general y los científicos con sensibilidad terapéutica en particular no arremeten contra el placebo sino que lo usan de aliado en la clínica diaria y aconsejan investigarlos en beneficio de la salud humana.
Para posicionarse en contra de los antivacunas, terraplanistas, charlatanes y chiflados anticiencia basta con tener cultura general, haber estudiado el bachillerato y haber leído como mínimo dos libros al año. La cruzada contra la medicina natural me hace sospechar de la existencia de un elemento puritano y rigorista que presta más atención al ego del denunciante que al efecto positivo de las terapéuticas naturales.
El problema de las pseudocincias es precisamente lo que se comenta en el artículo, se trata con la salud de la gente y hay una responsabilidad en ello. La salud de la gente, no son coches que puedas reparar y luego sustituir por otro, hablamos de vidas. Y si, es necesaria una responsabilidad, yo podría ser por ejemplo un «chef» y recomendarte con más o menos acierto un plato, no te vas a morir. Pero en cuanto a la vida de las personas se refiere… No se, yo preferiría a alguien preparado. Un ejemplo, Steve jobs prefirió La pseudocincia, podría haber muerto igualmente con un tratamiento clínico? Por supuesto, pero fue irresponsable por su elección, ahora tenemos a un famoso que tenía muchísima influencia en la gente que prefirió un placebo.
«como si curarse por el efecto placebo fuese inmoral, inconveniente, anticientífico o sencillamente ridículo.» No lo es, pero quién cura con placebo no dice que es un placebo, lo llama homeopatía, Reiki, etc. Y te saca una pasta enorme por ello. Ergo, te engaña. Además, el efecto placebo no aparece siempre, uno no decide cuando «cura» y cuando no. Por otro lado, el efecto placebo aparece para dolencias menores, como una gripe, un dolor muscular, una jaqueca… Cuando se trata de una otitis, SIDA, ébola, cáncer… No hay placebo que valga.
Gracias a gente como tu que pelea día a día por este tipo de cosas la civilización avanza, me explico, con mayor o menor acierto no puedo evitar recordar novelas como la fundación de asimov, donde se establecen una serie de «reglas» para conducir a una «nueva» civilización. Empiezan con la religión y terminan con el comercio. Se que no es la mejor comparación, pero vivimos en un supuesto mundo civilizado donde aún te encuentras gente orgullosa de su ignorancia, gente que nunca se ha preocupado por aprender o simplemente sin inquietudes(y no son ni de lejos pocos), pero que a su vez son tremendamente fáciles de influenciar, sobre todo cuando les das argumentos tan sencillos como el palo de una piruleta(es más difícil explicar la reacción del caramelo que el uso de un palito). Por lo que tienes en contra a mucha gente confiada porque se les ha dado una serie de argumentos que no necesitan de ninguna base para que encaje, añades un par de declaraciones (no hace falta que sean contrastad… Que es esa palabra? Pues eso) y voilà! Ya lo tienes!!
Pero volvamos al principio que me pierdo mucho :D. Gracias a gente como tú estamos donde estamos, la ciencia avanza, y en consecuencia todo aquello que deriva de ella (osea todo). Gracias a gente que investiga, que tiene cabeza y encima la usa! Gracias a gente que pelea por contarlo, por ser seria y profesional. Y sobre todo por los que además conseguís hacer que los demás nos interesemos (aunque seamos pocos). Gracias a todos vosotros seguimos aquí, cada día un poco mejor.
Si tú escribes un libro y la gente te lo compra, sí que es ético que ganes algo de dinero por libro vendido. Yo no me he leído ninguno de tus libros, pero dices que tu tema preferido es criticar las pseudociencias. Pues vale.
Ahora bien, si uno que defiende las pseudociencias escribe un libro y la gente se lo compra, ¿no es igual de ético que ese otro gane también algo de dinero por libro vendido?. Yo opino que sí.
De la misma forma, es ético que el autor de un libro sobre arte abstracto, o sobre el catolicismo, o sobre la filosofía nihilista, o sobre el peligroso cambio climático antropogénico, etc., reciba algo de dinero por libro vendido. El problema ético es de quien lo compra, no de quien lo escribe.
Aparte de los libros sobre matemáticas, ¿cuántos libros se venderían si los habitantes del planeta sólo pudiesen comprar libros cuyas afirmaciones fueran sólo verdades absolutas?: ninguno.
En este hilo de twitter está bastante bien explicado el problema:
https://twitter.com/Rommelwood/status/1154763002345873408
Creo que el texto está un poco errado: no se critica que unos divulgadores hayan hecho publicidad, se critica que hayan hecho publicidad encubierta en redes sociales. Esto último es bastante grave ya que, por ley, estás obligado a indicar de forma explícita que vas a hacer publicidad. Si lo hubiesen hecho bien, muchos no habríamos dicho nada.
Lo que ha sembrado polémica no ha sido que divulgadores hagan publicidad, ha sido que han hecho publicidad encubierta.
La ley nos obliga a que si voy a publicitar algo debo indicarlo de forma explícita, esto es algo que ellos no han hecho. Por tanto han incumplido una ley. Seguramente haya sido por desconocimiento, pero sigue estando mal.
Por favor, no demos la vuelta a la tortilla diciendo que los malos son los que critican un caso de publicidad encubierta. Por si hubiera dudas aquí dejo un artículo que lo explica bastante bien: https://www.vozpopuli.com/memesis/publicidad-encubierta-influencers-multa-LSSI_0_1154884699.html
Hola, Aturo.
Escribo solo para confesar que yo… sí he comprado uno de tus libros.
Supongo que con estas palabras quedo retratado.
Gracias por seguir divulgando con honestidad.
Un saludo, y buen solsticio de verano.
Hasta otra.
El Problema en mi modesta opinión es que estos divulgadores dan conferencias afirmando los buenas que son las vacunas y los transgénicos, cuando en realidad son estas multinacionales quienes les pagan por afirmar estas cosas.
Acabo de leer un artículo publicado en El País de hoy sábado y firmado por Antonio Calvo Roy. El título del artículo es “Neil Amstrong contra el efecto placebo” y tiene por objetivo desmontar la proliferación de las pseudoterapias y de las teorías conspirativas que son dañinas para la salud como el movimiento antivacuna.
Respecto del efecto placebo Calvo Roy incurre en el error habitual de los que analizan este efecto, da por supuesto que el placebo solo atañe a los pacientes que tratan sus dolencias con terapéuticas alternativas. Pero en realidad el efecto placebo es universal y afecta en mayor medida a los enfermos que tratan sus patologías con la medicina convencional. El carisma con que la sociedad dota a los médicos, fármacos e instituciones hospitalarias públicas y privadas esparce a su alrededor una ola de sugestión y admiración que resulta erróneo ceñir en exclusividad al ámbito de la medicina alternativa. El efecto placebo no es particular y sectorial, es universal en lo que se refiere a la medicina.
En lo que respecta a los antibióticos y a diferencia de lo que ocurre en España, en el norte europeo existe la figura de la prescripción derivada: el médico da la receta, pero el paciente debe esperar 24 o 48 horas antes de ir a la farmacia, un tiempo en el que muchas enfermedades remiten sin necesidad de antibiótico alguno. Este es un ejemplo obvio de fenómeno sugestivo (placebo) que induce a la población al consumo masivo de una sustancia incluso cuando su ingesta resulta innecesaria.
Otro error habitual al analizar las características de la medicina natural o naturista es confundir terapia y terapéutica. La acupuntura, por ejemplo, no es una terapia sino una doctrina médica (una terapéutica) que se compone de varios elementos físicos y metafísicos. El aspecto metafísico contenido en la acupuntura coincide con la perspectiva egipcia y renacentista de considerar el cuerpo humano un microcosmos en correspondencia con el macrocosmos. En términos cartesianos el cuerpo es “res extensa” y su armonía o desarmonía afecta a la naturaleza que lo rodea.
Uno de los argumentos que se invocan para menospreciar la acupuntura se basa en su ineficacia para paliar el dolor comparado con la acción de los analgésicos químicos. Sin embargo, en el extremo oriente millones de personas tratan sus dolencias con la acupuntura. Hay que tener cuidado con los análisis eurocentristas cuando colisionan con otros paradigmas culturales diferentes a los nuestros, corremos el riesgo de que nos vean como gente arrogante y carente de escrúpulos. Un ataque a su libre albedrío.
Por último, la realidad desmiente la actitud insensata del movimiento antivacuna. Enlazo un artículo de El País sobre la posible vacunación masiva contra el ébola planeada por las autoridades de Congo. Por aquellos pagos se habla de una epidemia que puede contagiar a los países vecinos.
https://elpais.com/cultura/2019/08/02/babelia/1564746037_210193.html
https://elpais.com/sociedad/2019/08/01/actualidad/1564650145_897761.html
Un simple «gracias» de cortesía para subir el porcentaje.
Lo de fomentar la ludopatía parece que está mal. Pero yo creo que también es malo fomentar la «automovilopatía».
https://elpais.com/diario/1990/03/22/madrid/638108654_850215.html
Gracias por tus reflexiones, muy interesantes. Un saludo
Los divulgadores científicos de Youtube se ganan la vida con este medio y todo lo que le salga al paso. Así de sencillo. No seamos ingenuos. Caso de los canales «Derivando», «Date un Vlog», «Deborahciencia», etc, etc, son una pequeñita mafia que se está abriendo hueco en el mercado.
No estoy de acuerdo con esa idea. Hay divulgadores muy buenos que lo están petando, y todo esfuerzo es bueno en ese sentido. Que tengan éxito no los convierte en una mafia, ni mucho menos, y cuanto más hueco se abran mejor para todos
De acuerdo con tus reflexiones y aún te quedas muy moderado creo que en aras del respeto y la corrección. Ahora bien, por ser abogado del diablo (y de oficio o sea sin lucro) :¿Quién es «divulgador científico de verdad»?¿Qué institución reconocida y acatada por todos otorga ese marchamo o status? Por ser más claro y rozando la maldad: hoy en día parece que si algo no tiene un pedigrí adecuado de estudios científicos, comprobados,supervitaminados, supermineralizados, randomizados (ya vale con los putos palabros que suenan peor que cualquier blasfemia en español) en la entidad Cochrane, ese algo no está científicamente demostrado. O sea si Cochrane no te autoriza con sus datos no tienes validez científica.Bueno, ¿Y quien ha designado a Cochrane autorizadora de qué? No pretendo cuestionar a esa entidad, cambiémosla por Excelencia X, sino hacer gráfica mi reflexión: ¿Nos fiamos de Nadal para elegir un coche? ¿ Por qué?.¿Nos fiamos de Excelencia X para dar por buena una divulgación?¿ Por qué?