El cine se va abriendo poco a poco a las realidades del trabajo científico. Cada vez aparecen más científicos formando parte de un grupo. Pero Hollywood se resiste a tirar a la basura un estereotipo muy rentable, a saber, el del héroe solitario que nada contra corriente. Buena parte del cine actual en que aparece la ciencia, particularmente el cine de catástrofes, se basa en el científico incomprendido. Es brillante, y lo peor de todo, tiene razón, pero la «ciencia oficial» se ríe de él y le relega a un rincón. Por supuesto, al final es reivindicado, pero mientras tanto suceden cosas, y con eso montamos una película.
Este post se haría demasiado largo si incluyésemos todos los ejemplos de científicos «Llanero solitario». Pero veamos algunos ejemplos:
– AVATAR. Sigourney Weaver (sin duda harta de matar aliens) es una científica que descubre las maravillas naturales de Pandora. Descubre lo buenos que son los Navi y la forma en que su mundo ha desarrollado una conciencia planetaria. Pero sus jefes solamente quieren el inobtanio, y para ello se lanzan a una guerra contra los nativos. Como no le hacen caso, al final pasa lo que pasa.
– EL NÚCLEO. Un experto en geomagnetismo se da cuenta de que algo raro pasa con el planeta. Sienta a sus doctorandos, prepara un modelo informático y concluye que el mundo se va al garete. Cuando va a comunicarle sus descubrimientos a otro científico estrella, éste no le hace caso en un principio. Afortunadamente, acaban creyéndole. ¿Resultado? La Tierra se salva.
– EL DÍA DE MAÑANA. Dennis Quaid es un desastre como padre y como marido. Y además de eso, se atreve a profetizar un cambio climático devastador. Pero su jefe es escéptico, y el vicepresidente le manda a freír espárragos. Como pueden imaginar, al final resulta que tiene razón. Claro que para entonces el mundo está sumido en una era glacial.
– CAZAFANTASMAS. Comienza con cuatro científicos más o menos chiflados (al menos uno de ellos). La Universidad, corta de miras, los echa por hacer el payaso con dinero público. Ni cortos ni perezosos, montan su propio negocio; prosperan, salvan el mundo y hasta ligan, aunque luego meten la pata haciendo Cazafantasmas 2.
– FLUBBER Y EL PROFESOR CHIFLADO. Al científico le da vida Robin Williams. ¿Hace falta añadir más?
– REGRESO AL FUTURO. Doc Brown debe ser el científico más tópico, y al mismo tiempo el más exitoso. Construye una máquina del tiempo (!con un DeLorean!), viaja a la época que le da la gana, engaña a los libios, se enamora. !Qué pena que no le dé tiempo a publicar sus descubrimientos!
– CARIÑO, HE ENCOGIDO A LOS NIÑOS. Compite con Regreso al Futuro por el premio a la mayor densidad de tópicos de científicos chiflados por unidad de volumen.
Y mejor dejo aquí la lista. Pueden seguirla usted mismo, déjeme un comentario con su ejemplo favorito. De hecho, prácticamente todas las películas y miniseries de catástrofe actuales son del mismo tipo: científico descubre algo inquietante; científico es ignorado; el hecho inquietante sucede; mucha gente muere; científico se lleva a la chica del brazo, recibe reconocimiento y pone cara de «ah, si me hubieran hecho caso antes.» Claro, claro, y si todos tuviésemos una empresa millonaria, un ingeniero genial o una araña radiactiva a mano, también nosotros saldríamos en el cine.
De acuerdo, la historia de la ciencia está llena de científicos que fueron ignorados, o atacados, por socavar las bases del conocimiento de la época, y que al final resultaron tener razón. Ahí tenemos a Einstein, por ejemplo, y además cae bien y hasta le hacen posters. Pero con los tópicos pasa con la arena, que si te basas demasiado en ella al final te hundes. Ni hay tantos científicos solitarios, ni son todos brillantes, ni resultan tener razón mientras todos lo demás se equivocan. Haberlos, haylos, pero no todo el monte es orégano. Permítanme presentarles a uno de ellos, y juzguen ustedes mismos.
Su nombre es Andrew Wakefield. Este médico británico publicó en 1998 un impactante trabajo en la prestigiosa revista médica The Lancet. Tras un estudio hecho a doce niños, afirmó hallar una relación entre el autismo y la vacuna triple vírica, o VTV (que protege contra el sarampión, las paperas y la rubeola). Aunque no mostró una relación causa-efecto, el artículo y una posterior entrevista en la BBC fueron el inicio de una campaña mundial contra la vacunación obligatoria en niños. La controversia que se montó sobre su descubrimiento fue tal que Wakefield acabó dimitiendo del hospital en el que trabajaba, el Royal Free Hospital de Londres. Tuvo que abandonar su país y acabó en Estados Unidos. La comunidad científica le atacaba por doquier.
Wakefield defendió sus descubrimientos, consciente de las profundas consecuencias sociales derivadas de su estudio inicial. Incontables padres dejaron de vacunar a sus hijos, por miedo a que se convirtieran en autistas. En Inglaterra, la tasa de vacunaciones bajó del 92% al 73%, bajando a menos del 50% en algunas zonas de Londres; en Estados Unidos, más de 125.000 niños nacidos en los años 90 no fueron vacunados. Incluso en Los Simpson, el vecino Ned Flandres aparece como orgulloso padre que no vacuna a sus hijos … mientras éstos tiritan y deliran de fiebre en la cama.
Si esto fuese una película, al final se demostraría que el doctor Wakefield tenía razón. Su valiente determinación, desafiando todos los convencionalismos, salvaría a la postre millares de vidas. Sería reivindicado y glorificado como un héroe, las multinacionales farmacéuticas pagarían multas millonarias, y la «ciencia oficial» agacharía la cabeza y musitaría palabras de arrepentimiento.
Nada más lejos de la realidad. Resulta que la investigación, y la propia vida, del doctor Wakefield estaban llenos de regiones oscuras. No es tan sólo que se equivocase, sino que actuó de forma fraudulenta y deliberada. Vean ustedes:
– Dos años antes del estudio que llevó al artículo de The Lancet, Wakefield fue contratado por un abogado llamado Richard Barr que se preparaba para litigar contra los fabricantes de la VTV. Dicho abogado pagó a Wakefield la suma de 150 libras por hora, pagaderas a una empresa de su mujer. El propio Wakefield recibió más de 400.000 libras, que nunca reveló. Ese conflicto de intereses hizo que The Lancet calificase la investigación de Wakefield como «fundamentalmente fallida». De los doce investigadores que firmaron el artículo original, diez publicaron una retractación en la que reconocían que no había una relación causal entre la VTV y el autismo.
– Los propios padres de los doce niños del estudio inicial fueron «reclutados» por grupos opuestos a la VTV, y la mayoría de dichos padres ya estaban pagados por el abogado Richard Barr antes de que los niños hubiesen sido ingresados en el hospital. De hecho, aunque el Royal Free Hospital es londinense, ninguno de esos niños era de Londres. Uno vino incluso desde los Estados Unidos. Los niños eran tratados por Wakefield como cobayas, sometidos a pruebas que no eran necesarias para curar sus síntomas; pruebas tales como colonoscopias y punciones lumbares (¿flipas, Bel? Yo también)
– También en 2004, el periodista Brian Deer emitió en el Canal 4 británico un programa demoledor de una hora, en el que ponía las peras a cuarto a Wakefield, a quien acusó de haber pedido una patente sobre una vacuna sobre el sarampión justo antes de comenzar su campaña contra la VTV. Wakefield contraatacó con una demanda judicial por difamación, pero ante las revelaciones que se hicieron en ella, el juez absolvió al Canal 4 y le dio un buen rapapolvo al propio Wakefield.
– Estudios posteriores también revelaron la responsabilidad del Royal Free Hospital, que entre otras cosas, también se lucró con dinero proveniente de los enemigos de la VTV, Barr entre otros.
– Las investigaciones posteriores desvelaron múltiples irregularidades (por decirlo con un término suave) en el estudio de Wakefield. Amañado de datos, falseo, estadística creativa, llámenlo como quieran.
Todo eso, unido al hecho de que ningún otro grupo investigador pudo reproducir los resultados de Wakefield, hizo finalmente reaccionar a la comunidad médica británica. Entre 2007 y 2010, el UK General Medical Council (GMC) examinó el caso Wakefield. Los resultados fueron tajantes. Según el GMC, la conducta de Wakefield fue deshonesta, irresponsable y falta de ética. El BMJ (British Medical Journal) acaba de publicar un artículo en el que han tachado sus resultados de fraude, con todas las letras. El artículo original de The Lancet puede todavía consultarse online, pero incluye claramente la palabra RETRACTED (retractado, o retirado).
El nombre de Wakefield ha sido retirado del registro oficial de médicos, lo que significa que no podrá volver a ejercer la medicina en el Reino Unido. También ha tenido que dimitir del Thoughful House Center for Children, un centro en Tejas para el estudio del autismo donde había ido a trabajar hacia 2004, huyendo del escándalo que se cernía sobre él en Inglaterra. Aunque tampoco en Estados Unidos tiene licencia de médico, se las apaña bien, ya que todavía hay allí muchos Ned Flanders que creen en la relación autismo-vacunas, con un fervor religioso que borda el fanatismo integrista. Por lo menos, la verdad está ya establecida. Tarde para millares de niños, pero más vale tarde que nunca.
Por nuestra parte, lo mejor será dejar al Llanero Solitario Brillante e Incomprendido en el cajón de los tópicos. Y no sólo en el campo de la ciencia. Seguro que alguna vez se ha encontrado con alguno de ellos. Quizá un economista eminente que sabe cómo arreglar la crisis en dos días, o un subdirector que conoce la solución a los problemas de su banco, o un político de segunda fila al que su ingrato partido mantiene fuera de las listas. O un vendedor de aceite de serpiente que te vende pulseritas mágicas basadas en principios que la ciencia médica tradicional desprecia. O un adivino de la nueva era que te adivina tu futuro por teléfono, previo pago, y al que le da igual que Ofiuco exista o no.
Si usted ve a alguno de ellos, no se lleve a engaño. Puede que ande como un pato, nade como un pato y grazne como un pato. Pero no siempre es un pato. A veces es, sencillamente, un gilipollas. O, en el peor de los casos, un hijoputa codicioso y fraudulento. Tengan mucho cuidado ahí fuera.
eff Goldblum en «Independence Day». Descubre él solito los planes de los malvados ET’s y es capaz, en unas horas, de desarrollar un sofisticado virus informático que les inutiliza las naves. Vamos, unos ET’s capaces de recorrer años luz, fabricar escudos antimisiles nucleares y resulta que utilizan un sistema operativo con más agujeros que el primitivo MS-DOS.
Muy bueno el comentario. jajaja, esta mañana mientras me bañaba Bañaba, sin motivo alguno me llego este mismo pensamiento, q coincidencia que encontré este buen blog y alguien escribió lo q analizaba a las primeras horas del dia jajajaja