[Extracto del libro Hackers del Espacio]
«La excepcional productividad de la sonda [ISEE-3] fue fruto, en buena parte, de las habilidades de [Robert] Farquhar como trazador de trayectorias, y la cantidad de marcas obtenidas es suficiente para enorgullecer al más pintado:
– primera misión a un punto de Lagrange
– primera nave en comprobar la viabilidad de una órbita Halo
– primera observación espacial continuada del viento solar a gran distancia
– primer uso de técnicas de asistencia gravitatoria mediante sobrevuelos lunares múltiples
– primera exploración a gran distancia de la cola magnetosférica terrestre
– primer encuentro con un cometa
– primer encuentro con dos cometas
Una hoja de servicios impresionante. Pero había que seguir adelante.
También el creador de las órbitas Halo pasó página. En 1990, poco antes de que la ISEE-3 recibiera su última misión oficial de exploración en misión conjunta con la sonda Ulysses, Robert Farquhar se jubiló como ingeniero de la NASA. Pero no cometan el error de creer que el maestro de billar cósmico se limitó a recibir un reloj de pulsera conmemorativo, limpiar su despacho y pasar el resto de sus años dorados jugando a las cartas con los vecinos de la residencia. En absoluto. Con una vida por delante y un cerebro excepcionalmente bien dotado para las matemáticas, desaprovechar su talento hubiera sido una soberana estupidez.
Afortunadamente, se habían creado las condiciones adecuadas para seguir contando con su habilidad. A comienzos de los años noventa, la NASA desarrolló el llamado Programa Discovery, diseñado para hacer más con menos. Se trataba de animar a los científicos a diseñar y poner en marcha programas de exploración espacial con menos recursos y en menos tiempo que las misiones convencionales.
Una de las claves del programa Discovery consistía en que la NASA no sería la única entidad involucrada. La mayor parte del esfuerzo sería «externalizado» gracias al concurso de universidades, industrias y centros de investigación. Una de las entidades que se prestaron a colaborar en el programa fue la Universidad John Hopkins, por medio de su Laboratorio de Física Aplicada (APL). Allí fue donde Robert Farquhar encaminó sus pasos.
Fue un equipo ganador desde el principio. En 1992, Farquhar identificó una gran oportunidad para explorar algo nuevo: nada menos que un asteroide. No sería la primera vez que una nave sobrevolaría un asteroide (el mérito le corresponde a la sonda Galileo, con su visita al asteroide Gaspra en 1991), pero la misión sería mucho más ambiciosa. Nada de cortos sobrevuelos de pocas horas. La misión NEAR (Near Earth Asteroid Rendezvous) llegaría al asteroide Eros, se pondría en órbita y pasaría allí un año entero investigando.
Sería la primera vez que una nave estacionaría en órbita alrededor de un cuerpo que no fuese el Sol, un planeta o un satélite. Era una apuesta muy arriesgada, pero la NASA la aprobó. Farquhar fue su director de vuelo.
Durante un año NEAR estuvo orbitando el asteroide, obteniendo información con una variada panoplia de instrumentos entre los que figuraba una espectrómetro de rayos X y gamma, un magnetómetro, una cámara multiespectral y un medidor láser para determinar distancias con precisión. Durante el camino de ida a Eros, tuvo incluso tiempo de explorar brevemente otro asteroide llamado Matilde.
La misión fue todo un éxito, estableciendo una pauta a seguir para otras misiones. Mientras usted lee estas líneas, querido lector, la sonda espacial Rosetta de la Agencia Espacial Europea está explorando el cometa Churymov-Gerasimenko de forma muy similar a como hizo NEAR con el asteroide Eros una década antes.
La misión NEAR, al margen de su éxito científico, dejó claro a todo el mundo quién seguía siendo el amo de las trayectorias. En efecto, Robert Farquhar tiene un sentido del humor muy peculiar, y sus habilidades le permitieron fijar la trayectoria de la NEAR de forma que no solamente alcanzase los objetivos de la NASA y el APL sino también los suyos propios.
La fecha inicial que escogió para el primer encendido de los motores de la NEAR en su aproximación al asteroide fue el 20 de diciembre de 1998. ¿Por qué? Porque ese día era la fecha de nacimiento de su primera esposa, ya fallecida. Su segunda esposa, Irina, también fue homenajeada por Farquhar: el 10 de enero de 1999, el quinto aniversario de su boda civil, era el día en que NEAR tenía programado llegar al asteroide.
Por desgracia, un incidente durante el acercamiento hizo que la fecha de llegada de la sonda se retrasase algo más de un año, hasta febrero de 2000. Ningún problema. La nueva fecha escogida por Farquhar para la inserción orbital de NEAR en Eros, un asteroide bautizado con el nombre del dios griego del amor fue el 14 de febrero, día de los enamorados.
Para rematar la faena, Farquhar había programado el final oficial de la misión para el día 6 de febrero de 2000, fecha del aniversario de su boda religiosa con sus dos esposas. El retraso en la fecha de llegada pospuso también el término oficial de la misión hasta febrero de 2001, pero ni siquiera él pudo afinar la fecha, y la NEAR acabó posándose sobre el asteroide el día 12 de febrero. Eso sí, lo hizo con todo amor y cariño: el aterrizaje fue tan suave que la sonda pudo efectuar mediciones sobre la superficie del asteroide durante dos semanas. La última señal de radio de la NEAR fue recibida el 28 de febrero, casi como si la sonda hubiese querido despedirse de su director y de sus dos esposas…»
Feliz día de San Valentín. Ah, y feliz 25 cumpleaños, Punto Azul Pálido.
Me alegro mucho de volver a leerte después de casi un mes sin noticias tuyas.
Empezaba a temerme que las «tetas» y las «pollas» te estuvieran acosando …