[Este artículo fue escrito en abril del año pasado, justo tras la publicación del Real Decreto que aumentaba la carga docente de ciertos profesores universitarios. Recientes acontecimientos lo han vuelto a poner de actualidad, y he incluido una actualización y una nota al fina]
Con la que está cayendo, quejarse porque me obligan a trabajar más suena de lo más insolidario, sobre todo si el que lo dice es alguien que cobra del erario público. Este post no debe tomarse como queja (que razones tengo, pero esa es otra), sino más bien como un servicio público. Vamos a ello.
Se trata del nuevo Real Decreto, que entre otras cosas sube un 25% los créditos docentes del profesorado funcionario si no investiga lo suficiente. Por lo visto, nuestros geniales ministros han descubierto que hay profesores que no investigan lo que deberían, y han decidido sacar el látigo. Cuentan con ello con la aquiescencia de una población que ahora mismo vendería a su madre por una plaza de funcionario. Qué malos son, no quieren investigar. Pues permítanme explicarles la trastienda del asunto.
Como en muchos otros sitios, la nómina de un profe universitario funcionario se divide en dos partes: el sueldo base y los complementos, o como nosotros los llamamos, los gallifantes. Son cacahuetes que nos dan cuando nos portamos bien. Se trata de una forma algo chapucera de subirnos el sueldo, que le reporta beneficios al Estado cuando nos jubilamos (ya sabéis que muchas cosas se calculan en relación al sueldo base). Tengo mi nómina sobre la mesa, y el sueldo base es apenas un tercio de lo que cobro (antes de impuestos, claro). Eso os dará una idea de lo importante que resultan los complementos en nuestro negocio. Seguro que a muchos otros trabajadores, públicos y privados, les suena esta situación.
Los gallifantes, a su vez, pueden dividirse en tres grupos: trienios, quinquenios y sexenios. Los dos primeros son complementos docentes, y te los dan de forma automática cada tres y cinco años, respectivamente, por el mero hecho de estar dando clase.
Los sexenios son los complementos investigadores, y son los más difíciles de conseguir. Para ello has de demostrar que has estado dando el callo durante seis años. Tienes que rellenar un puñado de papeles en los que consta todo lo que has hecho de meritorio en el campo de la investigación: artículos, libros, patentes, proyectos de investigación, cosas así. Envías todo el tocho a una comisión, que te evalúa, y en función de lo que decidan te lo dan o no.
Como cuenta Joaquín Sevilla en este artículo, los sexenios los inventó un físico, y en general son más representativos del trabajo en ciencias que en el de humanidades. El primer problema es que «los de letras» difícilmente podrán tener en su currículum una patente o un artículo de investigación. Ciertamente, hay muchas posibilidades de investigar en todos los ámbitos, pero es mucho más fácil en Física o Química que en Filología Griega o Ciencias del Deporte.
En segundo lugar, resulta que, aunque los artículos publicados en revistas especializadas son el principal baremo (en ocasiones, el único) para conceder o no un sexenio, no vale cualquier revista. Aquí no cuenta la cantidad, sino la calidad. Más aún, el principal elemento para evaluar un sexenio son las cinco mejores aportaciones que tengas; en general, suelen ser los cinco mejores artículos. Aquí premia la calidad sobre la cantidad, y un investigador con seis artículos «de buena calidad» puede quedar por delante de uno con cincuenta artículos de calidad, digamos, media.
¿Pero cómo se decide la calidad que es una revista? Bueno, hay mucha metrología al respecto. Por lo general, se considera buena si tiene una repercusión amplia en tu campo. Eso suele medirse mediante parámetros como el factor de impacto (FI), que es una medida del número promedio de citas que un artículo suele recibir en promedio. Muchas citas significa que mucha gente ha usado con aprovechamiento tu artículo. No debería ser el único criterio, ya que hay muchas maneras de que una revista tenga un factor de impacto alto siendo una verdadera birria, pero a los evaluadores les encantan las habas contadas, y el factor de impacto es el número mágico que utilizan.
Bien, pues digamos que usted y yo somos geólogos, y buscamos un buen sitio para publicar. Lo que tenemos que hacer es ver qué publicaciones hay en el ámbito de la ecología, y a partir de ahí escoger una con un buen FI [NOTA: los datos de este artículo corresponden a los vigentes a mediados de 2012. Los factores de impacto varían de año a año].
Normalmente se suelen utilizar bases de datos como el Journal Citation Reports. Así que entramos y buscamos una categoría de revistas en nuestro ámbito de interés, en este caso Geology. Hay un total de 48 revistas en ese campo. Lo que se espera de nosotros es que escojamos una publicación del primer cuartil, esto es, que esté entre el 25% mejor. Tenemos, por tanto, 12 revistas para escoger.
El problema es que no siempre podemos publicar donde queremos. A veces la revista es demasiado dura, o tiene muchos artículos, o resulta muy cara. Sí, en la mayoría de las revistas te cobran por el «privilegio» de publicar en ellas. La mayor editorial científica, Elsevier, ha forzado la situación hasta el punto de que muchos investigadores le han hecho un boicot. Pero en cualquier caso, si quieres publicar en un buen sitio, más te vale tener pasta gansa. En algunos casos, te sale más caro que comprarte un portátil. Y eso para cada vez que publicas. Más te vale estar en un grupo de investigación con buenas alforjas, porque eso no se lo puede permitir un investigador aislado.
Luego está la pega de que no todas las categorías son iguales. Algunas son muy grandes, otras muy pequeñas. Y los FI cambian de unas a otras. Por ejemplo, si queremos publicar en la última revista del primer cuartil en Geology, nos iríamos al Swiss Journal of Geosciences, que tiene un FI de 1,74. Pero si eres farmacólogo, tendrás que irte a la categoría Pharmacology & Pharmacy, donde hay 252 revistas, y la peor revista del primer cuartil (la número 63) es el Current Pharmaceutical Biotechnology, con un FI de 3,46. Y, sin embargo, ambas revistas son consideradas igual de buenas (en sus respectivos campos) por el comité evaluador de los sexenios. Publica en una revista con factor de impacto 1,9 en geología, y vale; hazlo en farmacia, y no vale.
En cualquier caso, y puesto que la evaluación de sexenios se centra tanto en las revistas del primer cuartil y en factores de impacto grandes, eso es lo que se impone. Acabas buscando dónde publicar pensando solamente en el FI, no en dónde resulta mejor para tu investigación o dónde están los principales colegas en tu ramo. No es sano, pero es la conclusión inevitable de un sistema viciado. Si publicas en una buena revista pero no está en el primer cuartil, los evaluadores de sexenios te mandan a la porra, así que la próxima vez haces lo que te dicen, y complemento al canto.
A mí me pasó en cierta ocasión. Dos de los artículos que presenté estaban en una revista que leen mucho los expertos en mi campo, pero que se quedó a unas décimas de entrar en el primer cuartil. El resto de mi curriculum investigador no fue considerado en absoluto, y me denegaron el sexenio. Recurrí. La respuesta fue «no cumple lo de los artículos en el primer cuartil, así que no hay sexenio.» Como si no hubiese dado un palo al agua. De hecho, según los criterios de Wert, fui por definición un mal investigador esos seis años. Paradójicamente, esa misma revista subió de calidad, y ahora sí está en el primer cuartil. Hoy, si publico en esa misma revista, sí me vale para un futuro sexenio, aunque el anterior ya está perdido. La misma revista, el mismo investigador. Curiouse, que diría Forges.
La regla no es «publica aquí, que te va a leer mucha gente» sino «busca una revista con factor de impacto alto.» Si el Diez Minutos o el Marca tuviesen factor de impacto, verían artículos sobre la ecología de las marismas del Guadalquivir o sobre la dinámica rotacional de un agujero cargado junto a las fotos de la duquesa de Alba y de Elsa Pataki.
Y me he limitado describir la situación en ciencias. La situación en humanidades es mucho peor. Digamos que usted es profesor de Derecho, especializado en derechos fundamentales, un experto respetado y reconocido en su campo. Está investigando el efecto de las nuevas tecnologías sobre la privacidad en España. ¿Dónde va a publicar? Puede intentarlo en la categoría Law, donde hay 133 revistas. Pero ¿realmente cree que el Harvard Law Review va a estar interesado en lo que sucede con la legislación de otro país? Casi todas las publicaciones «de calidad» en ese área son de universidades norteamericanas. Además, usted lo que quiere es que le lean en España, porque su trabajo está especializado en la legislación española. Eso le obliga a buscar una revista que no está «indexada,» esto es, que no aparece en el Journal Citation Reports.
Y ahí está la gran pega para muchos investigadores. Puedes ser un hacha en tu rama, digamos pedagogía, ciencias del trabajo, historia precolombina, didáctica, arte grecorromano. Pero las publicaciones ideales para tí no tienen factor de impacto, ni hay cuartiles que valgan, así que o los señores de los sexenios bajan el listón o no hay tu tía.
Nos han forzado a considerar los sexenios investigadores como la meta mágica, y no debería ser así. Al margen de cuartiles y demás historias, hay profesores que investigan y hay profesores que no investigan. Recordemos que los profesores universitarios son, ante todo, profesores, y como tales son contratados. Pero no todos sirven para investigación, y a veces, maldita la falta que hace. Cuando comencé mi carrera de profesor, coincidí con una compañera, mayor que yo. Era Profesora Titular de Escuela Universitaria. Para dar el salto al escalón superior, el de Catedrático de Escuela Universitaria (similar a Profesor Titular de Universidad), necesitaba ponerse a investigar y sacarse la tesis doctoral. Pero ella nunca había investigado, y como ella decía: «¿a estas alturas de mi vida me voy a poner a hacer una tesis, yo que ni sé investigar ni me gusta?» Y en efecto, así se quedó. Daba sus clases, sus tutorías, cumplía con su trabajo y se iba a casa. En el laboratorio de prácticas era buena, ese era su trabajo y eso era lo que hacía.
Si además de dar clases investigas, está bien que te incentiven y cobres más. Si no, renuncias a los gallifantes que te hubieran correspondido, y santas pascuas. Lo malo es que se está abusando del sexenio como baremo para cada vez más cosas. Si quieres ser catedrático, necesitas sexenios. Hasta cierto punto tiene sentido, porque es un puesto de mayor responsabilidad, pero eso le niega la posibilidad de ascenso a los que no los tengan. Bueno, aceptemos que es el precio a pagar. También te exigen sexenios para dirigir un grupo de investigación. Pero para formar parte de una comisión de doctorado o de adjudicación de plazas, lo veo menos claro. Un profesor que aspira a Titular es examinado por un tribunal de sus pares; no veo la necesidad de que los examinadores tengan además sexenios.
Ahora, el gobierno quiere usar los sexenios más allá del propósito para el que fueron diseñados. Es como en Estados Unidos, que inventaron el número de la seguridad social y han acabando usándolo como número de identificación. Ahora resulta que si no investigas, no es que no te paguen gallifantes, es que encima te van a castigar. Una actividad de evaluación voluntaria ahora se convierte en obligatoria, so pena de cargar con hasta un 25% de carga docente. Algunos podrían pensar «si no investigan, pues que den más clases.» Pero señor mío, es que quien no investiga ya cobra menos que quien investiga. Lo que se pretende con esto es, no solamente pagarle menos, sino obligarle a trabajar más.
Con lo que todo el mundo pierde. Para empezar, el profesor no investigador. Según la nueva reforma, el profesor que no tenga el último sexenio investigador en vigor, tendrá que impartir hasta 32 créditos (ahora el máximo es 24). Es decir, puedes ser una máquina investigando, pero si no tienes cinco artículos en revistas del primer cuartil, eres una piltrafilla. Conozco a mucha gente así, y os aseguro que investigan de lo lindo; sencillamente, no tienen dinero para publicar en revistas buenas o su jefe de grupo es un negado y no se molesta en esos detalles, o están tan presionados buscando becas o escribiendo la tesis que no tienen el tiempo y la energía necesarios para, además, colocar artículos en revistas de acto impacto.
Es decir, no se trata de que no investigan, sino de que no tienen una papelito firmado que dice que investigan. Por culpa de ello, se les va a imponer un 25% más de docencia, con lo que tendrán aún menos tiempo para investigar y publicar en revistas potentes. Se creará una espiral en la que muchos profesores funcionarios se limitarán a tirar la toalla, considerar la investigación como misión imposible y centrarse en la docencia. Acabarán contando los meses que les queda para la jubilación, sin ilusión ni ganas de nada.
En segundo lugar, van a perder ¡y de qué manera! los pringaíllos del Departamento: los becarios. Resulta que a los becarios les interesa mucho dar docencia, sea clases de alguna asignatura sencilla o prácticas de laboratorio. Nadie se las paga, pero no se confundan, ellos las quieren. No es que los funcionarios los queramos tener como mano de obra esclava. La palabra clave es currículum. Cuando quieran optar a una plaza de profesor, o a becas, tener experiencia docente les valdrá su peso en oro. De hecho, el mayor problema que he visto en mi Departamento ha sido cuando no había docencia suficiente para ellos. Al final, hacíamos encaje de bolillos para conseguirles algunas clases y que vayan adquiriendo experiencia.
Ahora imaginen un Departamento donde los profesores funcionarios «que no investigan» tienen docencia extra. ¿De dónde va a salir esa docencia? Pues de los becarios, que se quedarán a dos velas. No solamente ellos, sino que los profesores contratados (que no son funcionarios, no tienen plaza fija) son peligrosamente prescindibles. La Universidad podrá no renovarles e irán a la calle. Cuando un profesor se jubile, no habrá que ir corriendo a pedir una plaza de contratado, porque seguro que hay algún Titular o Catedrático «de los que no investigan» que se tendrá que comer la docencia extra con patatas. Todo el mundo pierde. Salvo el Ministro, claro, que ya nos ha demostrado su devoción por las cosas bien hechas.
En este momento, nadie en la Universidad sabe qué hacer ni cómo. Los Planes de Organización Docente, que se elaboran por estas fechas, se han detenido. Los directores de Departamento hablan con los Rectores, ellos hablan entre sí, y la tónica de la conversación es la misma en todos sitios: ¿Qué hacemos ahora?
ACTUALIZACIÓN 28/8/2013. Durante el año 2012, fui uno de esos profesores malos que no investigan, lo que significa que no tenía concedido el último sexenio investigador. Según el Real Decreto, yo tenía 32 créditos de docencia asignados. Nunca los di. Mi Departamento, con buen criterio (y con la aquiescencia de la Universidad) decidió que los becarios, la cantera futura de nuestro sistema, no iba a ir a la calle por ahorrar algunos euros. Hubiera sido como comerse la simiente de trigo para este año: ahora comes, luego pasarás hambre. Se reasignaron créditos de docencia, fundamentalmente de prácticas de laboratorio, a los becarios, y yo no di mis 32 créditos. Lo confieso públicamente, y me siento orgulloso de haber contribuido a ayudar a mis compañeros. Si el señor Wert quiere expedientarme, lo tiene fácil.
Por cierto, a finales de 2012 reuní méritos suficientes para pedir el nuevo sexenio. Lo pedí, y me ha sido recientemente concedido. Ahora vuelvo a ser un profesor bueno y chachipiruli. Eso sí, me deben seis meses de atrasos, y no veo que se den mucha prisa por ponerse al día. Parece que para eso no sirve ser innovador y chachipiruli.
Una reflexión interesante, que me ha apuntado @Victordom: según la LOE, la investigación es tarea obligada para un profesor universitario (Art. 40.1: «La investigación es un derecho y un deber del personal docente e investigador de las Universidades, de acuerdo con los fines generales de la Universidad, y dentro de los límites establecidos por el ordenamiento jurídico») Lo cierto es que, en la práctica, queda muy bonito, al estilo de la constitución y sus estupendos derechos (a vivienda digna, al trabajo, etc, etc). No hay, que yo sepa, mecanismos para obligar a un profesor a investigar. En primer lugar, es difícil cuantificar la labor investigadora (sí, existen los sexenios, pero están ideados para carreras de ciencias, y en otro tipo de carreras resultan una idea penosa); en segundo, se supone que un profesor que no investiga ya está siendo castigado al no recibir los sexenios, que constituyen una parte no desdeñable del sueldo; y en tercero, insisto, es muy difícil investigar en ciertas ramas de humanidades de forma que quede reflejada en un curriculum.
NOTA FINAL. La re-publicación de este artículo responde a una interesante charla que he tenido en Twitter, relativa a una reciente entrevista de María Teresa Miras, presidenta del comité para la reforma universitaria. Creo que debéis leerla. Personalmente creo que, con independencia de la razón que pueda tener en algunos puntos, mete la pata en otros. Por ejemplo, explica la mala posición de las universidades españolas en los ránkings mundiales achacándolo a la crisis, como si solamente la padeciésemos en España. Respecto al dato de que más de la mitad de los profesores universitarios no investigan (algo que califica de barbaridad), se expresa así:
Es excesivo. El sistema no ha motivado a estos profesores y los ha seleccionado mal, sin currículum científico de ninguna clase. También está el currículum docente, pero ¿qué valor tiene el que se hayan organizado cursillos como si fueran cursillos de cristiandad a los que vas y te dan un escapulario? Eso no puede ser. Lo que habrá que valorar de un profesor es lo que ha aportado a las asignaturas que ha dado, algo personal y original, y no un montón de hojarasca de cursillos de cristiandad. Ese 57,6% es trágico en la universidad española.
En primer lugar, señora catedrática de biología, debería usted saber que a los profesores se les selecciona en base a un doble baremo, docente e investigador. Nadie entra en la Universidad como docente «sin currículum científico de ninguna clase.» Al menos en lo que conozco, ciencias, porque no sé cómo un profesor de filosofía o ciencias del deporte puede conseguir un currículum científico.
En segundo lugar, no sé qué «cursillos de cristiandad» habrá dado ella, pero en las oposiciones a profesor se cuantifica, y mucho, la docencia reglada. Los «cursillos en los que te dan un escapulario» pueden quedar muy bonitos de relleno, pero no sirven si en tu currículum careces de docencia de la gorda. De ahí los tejemanejes que nos vemos obligados a hacer en la Universidad para darle docencia a los becarios y meritorios, a menudo violando las propias leyes y decretos del Gobierno.
En lo que respecta a la pregunta de qué hace un profesor durante su jornada si no investiga, y su respuesta «tienen tiempo para todo, sobre todo para la maledicencia,» es de esas cosas que me harían cagarse en sus muelas si no fuese yo un chico bien educado. Tengo gran parte de mi docencia agrupada en un cuatrimestre, y mientras dura les aseguro que no tengo ni mijita de tiempo para investigar. Todo el tiempo se va en preparar e impartir clases, atender tutorías, realizar y evaluar «actividades académicamente dirigidas» (que ahora se nos exige para que la Universidad quede de moderna y guay), participar en proyectos de innovación docente, comisiones, burocracia en grandes cantidades, y suma y sigue de actividades penosas y no remuneradas. Cuando me toca ese cuatrimestre, prácticamente tengo que olvidarme de investigar; no es que lo haga, pero con una hora aquí y media hora allá, aprovechando los huecos que te deja libre la docencia, la verdad es que no avanzas mucho.
Ni siquiera me molestaré en comentar esas perlas que se lanzan para hacer quedar mal a un colectivo de forma indiscriminada, así que me limito a reproducir algunas de las más descaradas:
– No puede ser es que un señor repita y repita y repita sin que eso tenga una consecuencia, mientras está jugando a las cartas en la cafetería y tomando un carajillo
– Lo que habrá que valorar de un profesor es lo que ha aportado a las asignaturas que ha dado, algo personal y original, y no un montón de hojarasca de cursillos de cristiandad. Ese 57,6% es trágico en la universidad española
– Una universidad nueva empieza ofreciendo las titulaciones que menos profesorado formado requieren
– No puede ser que se añadan títulos [en universidades privadas] en los que la gente entra saltándose todos los criterios de selección
– Los chicos, por definición, gritan más. Rápidamente alzan la voz. Las mujeres somos más reflexivas
– Estamos seleccionando supuestos líderes que son los más agresivos, pero no los más reflexivos. En ciencia tiene que primar la reflexión, y no digo que sea una exclusiva femenina
– No quiero profesores herrumbrosos
– En la universidad tú puedes no trabajar nada y estar igual, como un gran señor
Cierro con la madre de todas las citas: «Yo creo que Wert es una persona muy inteligente y ve las cosas.» O esta señora catedrática es tonta, o está buscando un cargo.
Arturo, esta señora es el único miembro de la comisión de expertos que estudió la reforma de la universidad española que es amiga oficial de Wert y según todos los comentarios que se hicieron sobre la composición de la comisión cuando se publicó hace casi tres años se trata del único miembro de la comisión puesto a dedo, el dedo de Wert, pues no tenía experiencia demostrada en este tipo de comisiones. Como es obvio tiene que hablar muy bien de su gran amigo Wert y compartir con él su visión de las cosas.
Francis
Por profesores como tu la Universidad en España es arcaica e ineficiente.
«Resulta que a los becarios les interesa mucho dar docencia, sea clases de alguna asignatura sencilla o prácticas de laboratorio. Nadie se las paga, pero no se confundan, ellos las quieren. No es que los funcionarios los queramos tener como mano de obra esclava. La palabra clave es currículum. Cuando quieran optar a una plaza de profesor, o a becas, tener experiencia docente les valdrá su peso en oro.»
No se como no se te cae la cara de verguenza al escribir esto. Asi solo se promueve un sistema endogamico en el cual los doctorandos acaban quedandose «enchufados» en el departamento donde hicieron la tesis doctoral. Y lo que se usa como excusa para rechazar a otros candidatos extranjeros respecto al «enchufado», es que el»enchufado» tiene mucha mas experiencia docente, porque ha sido cargado con horas de clase que deberian haber dado los profesores del departamento. Vaya, curioso apaño. Asi es imposible que vengan investigadores buenos de paises extranjeros; se les rechaza automaticamente en favor del doctorando local y como excusa se usa la falta de experiencia docente del candidato extranjero.
Conozco investigadores extremadamente buenos que han sido rechazados porque, obviamente, no tenian tanta experiencia docente (y menos en España) como el candidato local, el protegido del departamento, que habia dedicado mas tiempo a dar clase que a investigar.
Sobra decir, que la «experiencia docente» que adquiere un doctorando español por dar clases en el departamento no vale para nada a la hora de acceder a un post-doctorado en cualquier universidad extranjera, donde lo que cuenta es la investigacion. Con lo que no solo estas cargando a becarios con las clases que deberia dar el profesor, sino que ademas les quitas tiempo de hacer investigacion y por tanto les disminuyes sus oportunidades de ir a una universidad extranjera de post-doc. Lamentable.
Buenos días, Sr Quirantes.
Ya había leído la entrevista de la Sra Miras en Materia (http://esmateria.com/2013/08/28/no-quiero-profesores-herrumbrosos-en-la-universidad/), y ahora acabo de leer su texto.
Interesante, su punto de vista. Y ahora mismo hay dos comentarios, uno a favor y otro mas bien en contra..
Entiendo lo que ha escrito, pero la observación sobre la endogamia que presenta Kac-Moody parece legitima. Y, de memoria, creo recordar que también hubo alguna que otra historia en la Universidad de Murcia con este tema de la endogamia y con un libro de por medio… y datos mas o menos incorrectos en una Universidad en Galicia…en fin, casos que Ud ya conoce.
No consigo entender como dos personas del mismo medio (Universidad), con un contexto profesional parecido (profesor, catedrático) puedan tener opiniones tan divergentes con una situación en la Universidad y en la I+D tan difícil hoy en día. Aunque esta Sra sea «afiliada», «amiga» o lo que sea del Sr Wert, ¿tan equivocada le parece? Entiendo que las «perlas» que ha anotado le parezcan un ataque y que «…se lanzan para hacer quedar mal a un colectivo de forma indiscriminada…» pero parece olvidar que esta Sra pertenece también a su colectivo. ¿Tan estúpida le parece que la cree capaz de criticarse a ella misma al mismo tiempo que critica a todos Uds? ¿esta Sra pasaría su propio rasero ?
Francis: No estoy seguro de que esta señora sea la única amiga de Wert en esa comisión. Óscar Alzaga Villaamil fue fundador y presidente del Partido Demócrata Popular. El ministro Wert era militante de este partido e integrante de la Comisión ejecutiva nacional.
En cuanto a los comentarios de María Teresa Miras a mi no me parecen tan equivocados (con algún matiz). Me extraña que el autor se sienta tan ofendido por esos comentarios. No tengo la impresión de que los haga para hacer quedar mal al colectivo de profesores universitarios y hay algunas cosas en las que acierta de lleno.
En cuanto a lo de que los becarios quieran dar docencia y eso sirva para la acreditación, soy de la misma opinión que Kac-Moody. Es algo que solo funciona como barrera de entrada hacia los de fuera del sistema, una forma de potenciar la endogamia y el corporativismo.
Por otro lado, parece que hay una fuerte evidencia (http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=2133898) de que los profesores que son malos investigadores son también peores docentes. ¿Por qué ignorar la evidencia? Quizás sea el momento de empezar a considerar nuevos criterios.
Una cosa en la que estoy totalmente de acuerdo con el autor es en su queja sobre la carga burocrática que soporta. Es injustificable la maraña burocrática que hay en España en general y la universidad en particular. ¿Qué sentido tiene que los profesores gasten parte de su tiempo en papeleos y burocracia en lugar de en investigar o mejorar la docencia?
Ademas de otras consideraciones, que pueden estar de mas en el contexto del articulo, solo quisiera refutar el, llamemoslo asi, victimismo al respecto de los sexenios.
Extraido de la convocatoria oficial 2012 (comentario en mayusculas, lo siento):
–> Relevancia científica del medio de difusión en el que se haya publicado cada aportación. En las disciplinas en las que existan criterios internacionales de calidad de las publicaciones, estos serán referencia inexcusable. O SEA, EL MALDITO IMPACT FACTOR.
–-> Referencias que otros autores realicen, en trabajos publicados, a la obra del solicitante, que sean indicativas de la importancia de la aportación o de su impacto en el área. HE AQUI EL QUID DE LA CUESTION. SI TU TRABAJO ESTA PUBLICADO EN UNA REVISTA DE POCO IMPACTO, PERO IMPORTANTE PARA LOS CIENTIFICOS DEL CAMPO, ESTO ES LO QUE JUSTIFICARIA QUE HAS HECHO UN TRABAJO DE RELEVANCIA Y NO SIMPLEMENTE ALGO PARA «QUE TE DEN EL SEXENIO» QUE, POR NO LEER, NO SE LO HA LEIDO NI EL I.P. Y, NO SEAMOS DEMAGOGICOS, ESTO PASA DIA SI, Y DIA TAMBIEN, EN TODOS LOS CAMPOS. POR SUPUESTO, INCLUYENDO FISICA Y, PARA SER MAS ESPECIFICOS, INCLUYENDO LA UGR.
– Apreciación, expresada sucintamente, del propio interesado sobre la contribución de su obra al progreso del conocimiento, así como del interés y creatividad de la aportación. OTRA DE LAS CLAVES DEL MEOLLO. SI LO QUE HAS HECHO ES IMPORTANTE Y NO SIMPLEMENTE UNA APORTACION PARA SALVAR LOS MUEBLES, ENTONCES SEGURO QUE PUEDES EXPLICAR PORQUE ES RELEVANTE. RECONOCERE QUE A MI ME MOLESTA UN POCO, DESPUES DE LLEGAR A SER DOCTOR Y PASANDO POR TODOS LOS NIVELES ACADEMICOS DE FORMA SOBRESALIENTE (LEASE, EN GENERAL POR ENCIMA DE LA MAYORIA), TENER QUE EXPLICAR PORQUE TRABAJO Y PORQUE ME MEREZCO GANAR UN SUELDO MAYOR. PERO, BUENO, EN ESTO VA LA SUPUESTA PASION DEL FISICO. SUPONGO.
No sigo para no hacerlo mas largo, tambien se habla de patentes y demas. Lo triste de esta historia es que la mayoria de los «investigadores» no llegan a los minimos exigibles y, no como el autor de este blog, por los pelos. No. No llegan ni de lejos. Y, hecha la ley, hecha la trampa, como todos los que trabajan en Ciencias en Espanya saben perfectamente.
P.D. Lo cortes no quita lo valiente. Wert y sus acolitos no tienen ni idea de como gestionar el mundo academico y universitario. Lo cual es grave, porque no valen ni como especialistas ni como tecnocratas. Asi nos va. Claro.
@Kac-Moody: No por ser muy bueno como investigador te hace bueno como docente… es esa y no otra la razón por la que se exige experiencia docente.