Lo que hace un profesor

Por Arturo Quirantes, el 10 febrero, 2011. Categoría(s): Historias del Profe • Humor ✎ 2

Forges - profesor

Taylor Mali es un poeta.  Acabo de leer, o más bien de ver en Youtube, una de sus obras, titulada «What teachers make», algo así como «Lo que hacen los profesores»; o, algo más correctamente, «lo que ganan los profesores.»  Es una oda al poco pagado y peor considerado profesor norteamericano medio.  Podéis ver el video aquí, leer la versión original aquí, … o conformaros con esta traducción.

 

Lo que hacen los profesores [What Teachers Make]

por Taylor Mali [Adaptación: Arturo Quirantes]

Me dijo que el problema con los profesores es: «¿Qué puede aprender un chico
de alguien que decidió que su mejor opción en la vida era ser profesor?»

Recordó a los demás invitados a la cena que es cierto lo que dicen de los profesores:

El que vale, vale; el que no, da clases.

Decidí morderme la lengua (en lugar de la suya)

y resistirme a la tentación de recordar a los otros invitados a la cena

que también es cierto lo que dicen de los abogados.

Porque estábamos comiendo, y todo era compañía agradable.

«Venga, tú eres profesor, Taylor», me dice.

«Sé sincero.  ¿Qué es lo que haces? [=¿cuánto ganas?]»

Ojalá no hubiera hecho eso 

(pedirme que fuese sincero)

porque, bueno, tengo una norma

sobre la sinceridad y el patear culos:

si te lo estás buscando, tengo que hacer que lo encuentres.

¿Quiéres saber lo que yo hago?

Yo hago que los chicos trabajen más duro de lo que jamás pensaron que podrían.

Puedo hacer que un aprobado alto parezca un premio Príncipe de Asturias

y que un sobresaliente bajo parezca una bofetada en la cara.

!Cómo te atreves a malgastar mi tiempo con algo menos que lo mejor que sabes hacer!

Yo hago que los chicos se sienten durante 40 minutos en la sala de estudio

en absoluto silencio.  No, no podéis trabajar en grupos.

No, no podéis hacer preguntas.

¿Que por qué no te dejo ir a beber agua?

Porque no estás sediento, estás aburrido, por eso.

Yo hago que los padres tiemblen de temor cuando llamo a casa:

Espero no llamar a una mala hora,

sólo quería hablarles de algo que Guille dijo hoy.

Guille dijo: «Deje al chico en paz.  Yo también lloro a veces, ¿sabe?»

Y fue el acto de coraje más noble que he visto nunca.

Yo hago que los padres vean a sus hijos por quienes son

y por lo que pueden ser.  ¿Quieres saber qué más hago?

Yo hago que los chicos se hagan preguntas,

hago que se cuestionen las cosas,

hago que critiquen.

Hago que se disculpen, y que lo hagan sinceramente. Hago que escriban,

escriban, escriban.

Y luego les hago que lean.

Les hago pronunciar definitivamente hermoso, definitivamente hermoso,

definitivamente hermoso

una y otra y otra vez, hasta que no vuelvan jamás a equivocarse

al pronunciar ninguna de esas palabras.

Yo hago que muestren todo su trabajo en matemáticas.

Y lo oculto en sus exámenes finales de lengua.

Yo les hago entender que si tienes esto (cerebro)

podrás seguir a esto (corazón), y que si alguien intenta alguna vez juzgarte

por lo que ganas, le enseñas esto (el dedo).

Deja que te lo desglose, para que sepas que lo que digo es sincero:

!Marco la puta diferencia!  ¿Y tú, qué haces? 



2 Comentarios

  1. Soy de los tuyos, Taylor… Aunque bastante más apagado que tú, después de tantos años sacando el dedo a tanto pretencioso o escéptico que te mira por encima del hombro. Cansado de ilusionarme batallando por ayudar a hacerse a mis alumnos hombres y mujeres libres. Derrotado al darme cuenta que me había pasado de revoluciones y me había quedado solo en mi tozudo empeño. Sin darme cuenta había ido distanciándome de aquel punto próximo que la pedagogía nos pedía para no terminar desenganchados de los que pretendíamos arrastrar. Reconociéndome a mí mismo como un desaborido déspota ilustrado…
    En fin, ¡qué le vamos a hacer!… El que lo hiciera yo mal no quita para que el intento valiera la pena. Y mis pecados de viejo cascarrabias no debieran enturbiar el recuerdo del maestro que quise ser y al que dediqué tantos años de fervoroso afán. Espero que me perdonen mis alumnos a los que hice daño y que sigan la senda que empezaron aquellos a los que sí supe convencer y empujar. Entonces habrá servido de algo «lo que hice» o «lo poco que gané» con este empleo tan poco reconocido y remunerado.

Deja un comentario

Por Arturo Quirantes, publicado el 10 febrero, 2011
Categoría(s): Historias del Profe • Humor
Etiqueta(s):