Sabotaje inesperado

Por Arturo Quirantes, el 14 marzo, 2022. Categoría(s): Humor ✎ 2
Instrumentos de sabotaje
Hay herramientas y herramientas

Últimamente escribo poco sobre divulgación científica, y no es que haya tirado la toalla. En la actualidad estoy centrado en la vida y milagros de Juan Pujol (apodado Garbo), un espía doble de la Segunda Guerra Mundial cuya vida y milagros aún tienen mucho que revelar. Estoy reproduciendo sus mensajes de guerra (aquí), y como me gusta ir a las fuentes originales estoy descubriendo cosas muy interesantes.

Hace algunos días revisaba los diarios de Guy Liddell, quien estuvo a cargo del servicio de contraespionaje británico durante la Segunda Guerra Mundial (conocido como División B). Encontré una entrada, fechada el 15 de julio de 1944, sobre Garbo, quien a la sazón se encontraba engañando a los alemanes a base de bien acerca de los desembarcos aliados en Francia. La siguiente referencia del diario de Liddell no tenía nada que ver, pero me resultó tan divertida que quise recuperarla y compartirla con todos vosotros.

La noticia proviene de un tal Joe Lynch. No sé quién fue, y no he encontrado información inequívoca sobre su identidad, así que supongo que fue un agente de inteligencia de algún tipo, y por el contexto parecía estar destinado en Estados Unidos. Lynch comentaba lo que Liddell denominó “un ejemplo típicamente americano de sabotaje”.

Resulta que un buque recientemente construido en San Francisco tenía problemas de funcionamiento: las bombas de agua de un sistema hidráulico menor daban problemas y no funcionaban correctamente. Se revisaron las bombas y se comprobó que funcionaban como es debido. No se encontró el motivo del fallo, así que siguieron buscando, y al final encontraron el problema: una tubería estaba atorada por… un par de pantis de mujer.

¿Cómo llegaron al sistema hidráulico? Según Lynch, alguien tiró los pantis a un depósito de agua, desde donde llegaron a la tubería. Sólo podemos especular con que un par de obreros navales se dedicaran a tareas poco reglamentarias durante la construcción del barco, en condiciones en las que uno no se preocupa mucho dónde deja sus cosas, como la ropa interior.

Al parecer, otros buques tuvieron problemas similares, de forma que Lynch dio el aviso a Inglaterra por si los servicios de contrasabotaje del MI5 británico (el llamado B1C) allí se encontrasen con este mismo fenómeno.

Lynch afirma que enviaba esa información por lo que pueda valer, pero no puedo evitar imaginarme la sonrisa que ponía cuando escribía estas líneas al jefe de contraespías ingleses. De hecho, se permitió añadir este consejo:

Sugiero que si usted (Liddell) o Lord Rothschild (Victor Rothschild, Tercer Baron Rothschild y jefe del B1C durante la guerra) se encuentran con casos de este tipo, den aviso a todos los empleados de que, para que podamos cooperar todos al 100% en el esfuerzo de guerra para la destrucción total de las potencias del Eje, se solicite a las trabajadoras femeninas que se dejen puestos los pantis durante las horas de trabajo”.

Pero lo que realmente me divirtió fue el epílogo del propio Guy Liddell, quien se permitió una pizca de humor británico y terminó su entrada en el diario con las siguientes palabras:

Me siento tentado a preguntarle [a Lynch] lo que entiende por “horas de trabajo”.

No consta la respuesta de Lynch si es que la hubo. Una pena.

Fuente: Archivos Nacionales del Reino Unido (TNA), legajo KV 4-194_3, entrada del día 15/7/1944



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Por Arturo Quirantes, publicado el 14 marzo, 2022
Categoría(s): Humor