Cuerpo a tierra, que viene la Tiangong-1

Por Arturo Quirantes, el 30 marzo, 2018. Categoría(s): General ✎ 2
Contacto radar, señor presidente. Impacto en… en… emm…

Como ya sabréis, hay una estación espacial china llamada Tiangong-1 que va a caer a Tierra. Al contrario que en el cine, donde el NORAD sabe exactamente a qué hora y en qué lugar va a caer cada cascote espacial, en esta ocasión no sabemos ni el punto de impacto, ni la hora. Ni siquiera estamos seguros del día, aunque todo indica que será entre ahora y el próximo miércoles, con probabilidad máxima el 1 de abril (que irónicamente llaman “día de los tontos” en el mundo anglosajón). Nos van a dar la Semana Santa estos chinos.

Dos preguntas se nos plantean. Primera: ¿por qué diablos no sabemos nada? Segunda: ¿no deberíamos ir haciendo acopio de provisiones y pasar el resto de la semana en el sótano?

Primero lo primero. Resulta que no sabemos gran cosa sobre las condiciones de impacto. Al contrario que en otros casos, esta reentrada es incontrolada. Los pequeños propulsores usados habitualmente para estabilizar la órbita no sirven, así que no puede ser desviada; y puesto que la estación es un tocho deforme y heterogéneo, cualquier cálculo de reentrada tendrá que tener en cuenta mulitud de efectos aerodinámicos conforme entre en nuestra atmósfera.

A estas alturas solamente se puede decir que caerá en alguna parte entre 43 grados de latitud norte y otros tantos de latitud sur; esto engloba por el norte todo el territorio de España, Italia, gran parte de EEUU, China y Japón; y por el sur incluye toda África, Australia y Nueva Zelanda.

Teniendo en cuenta que el bicho en cuestión tiene casi nueve toneladas de masa, 9 metros de longitud y más de tres metros de diámetro, podríamos creer que cuando caiga va a dejar un cráter en el que cabrá el Empire State, ¿no? En realidad no, ya que gran parte de la estación se desintegrará al entrar en la atmósfera. Según la Agencia Espacial Europea, no podemos excluir que una fracción (pequeña) de la Tiangong-1 pueda llegar al suelo, en algunos fragmentos distribuidos sobre un área grande, lo que significa que existe cierto riesgo. Incluso si no te cae encima una viga de la estación, la hidracina usada en sus propulsores se extenderá por la zona, y ese material es tóxico, así que nada de remolonear por la zona de impacto para haceros unos selfies.

La verdad, si estoy dando estos datos es por mor de complitud, ya que nuestro espaciotrastornado de guardia nos dará toda la información, y lo hará mucho mejor que yo. Lo que quiero comentar es la segunda pregunta que hice antes, es decir: ¿debemos temer que la Tiangong-1 caiga sobre nuestras cabezas? Vamos a hacer algunos números para obtener una solución de Fermi.

En primer lugar, supondremos que toda la Tierra entre las latitudes 43 norte y 43 sur es zona potencial de caída de forma equiprobable. Pronto sabremos la fecha de impacto con mayor precisión, y la región en riesgo se irá estrechando, pero ahora mismo todavía podemos suponer que puede caer en cualquier punto de toda esa región, cuya superficie es de unos 350 millones de kilómetros cuadrados.

Eso ha sido la parte fácil. Ahora necesitamos saber la región de impacto letal, es decir, el área en que la Tiangong-1 hará pupita a quien se encuentre por allí. Ahí me habéis pillado, porque no tengo ni idea. Dependerá del número y tamaño de los fragmentos, de la velocidad de éstos (que será muy alta), del ángulo que su trayectoria haga con el suelo (rasante), de las condiciones del terreno… vamos, que solamente puedo especular. Voy a decir, por decir algo, un círculo de cien metros de radio. Eso nos dará una superficie letal de unos 0,03 kilómetros cuadrados. Por supuesto, podéis criticar mi razonamiento y os animo a que hagáis el vuestro propio.

Dividiendo ambas superficies (350.000.000 entre 0,03) nos sale que la probabilidad de que la Tiangong caiga en un sitio que no nos interese particularmente es de una entre mil millones, aproximadamente. Eso es muy pequeño. Los chinos reducen aún más esas cifras, y afirman que la probabilidad de que ese cacharro te mate es de una entre un billon; lo que presupone que no vas a morir a menos que la estación caiga a un par de metros de tu posición. Los chicos de Aerospace Corporation bajan la probabilidad aún más, a una entre 292 billones.

Son cantidades muy bajas, y aunque varían mucho vienen a decir lo mismo: tranquilo, que no te va a tocar. O mejor dicho, la probabilidad de que te toque es enormemente pequeña.

¿Pero y la probabilidad de que le toque a alguien?

La población mundial supera los 7.000 millones, de modo que según mis números un promedio de siete seres humanos está en peligro. Según los chinos, sólo hay menos de un 1% de probabilidades de que alguien muera. Personalemente espero que acierten los chinos.

Algunos pensaréis que mi razonamiento es incorrecto, ya que parece presuponer que toda la población mundial está repartida uniformemente por la zona en peligro. Por supuesto, eso no es cierto. Un kilómetro cuadrado en Málaga tiene mucha más gente que una superficie similar en el desierto de Tabernas, así que los daños serán distintos según dónde caiga; y puestos a explorar variables, un impacto durante la Madrugá sevillana tendrá efectos muy distintos la noche siguiente.

He leído artículos, como este de Popular Science, donde recuerdan que el 10% de la superficie terrestre alberga el 95% de la población; también en Naukas un colaborador nos recuerda que las probabilidades de que ocurra un incidente que ocasione daños es muy baja, debido a que la gran mayoría de la superficie terrestre es agua o está deshabitada.

Pero ojo con el anumerismo, porque ese razonamiento es hasta cierto punto engañoso.

Es cierto que es más probable que la Tiangong-1 caiga en zonas deshabitadas porque, sencillamente, son más extensas que las habitadas; pero si resulta que cae en una zona habitada los daños a humanos y propiedades serán mucho mayores, con lo que la probabilidad media sigue siendo la misma.

Me recuerda mucho a estos grupos de personas que apuestan en la lotería de forma masiva. Aseguran que ganarán un premio seguro, y lo demuestran matemáticamente, pero siempre parten de un supuesto, algo del tipo “en el caso de que el Madrid gane, el Barcelona empate y el Málaga juegue fuera de casa…” Eso no va a suceder siempre, y hay que tomarlo en cuenta en el cálculo global de probabilidades. Pues aquí lo mismo. Si la Tiangong-1 cae en zona deshabitada, genial, muertes cero; pero no tenemos garantía de ello, y si resulta que no lo hace podría caer en una zona densamente poblada.

Si queréis verlo mejor, imaginad que estamos en el sorteo de lotería de navidad. Podríamos pensar que es más probable que toque en Madrid porque allí hay se venden más participaciones que en cualquier otro lugar. Vale, el conjunto de granadinos tiene menos probabilidad de ganar premio que el conjunto de madrileños; pero persona por persona todos tenemos las mismas probabilidades de acertar. Por eso nadie se sorprende si el gordo cae en Quitanilla de Matalascabras, (provincia de Badajoz) que en Madrid o Barcelona.

Lo mejor es ir a piñon fijo con la definición de probabilidad como “número de sucesos favorables entre número de sucesos posibles” Todos los números indican que la probabilidad de que yo la palme es ínfima, y aún serán menores si me quedo en casa, o si me pilla en la planta baja de un edificio. Otra cosa es la probabilidad de que alguien  (quienquiera, dondequiera) resulte herido.

Pero no dramaticemos. Diariamente tomamos decisiones arriesgadas con probabilidades mucho mayores. Ahora mismo hay millones de personas que van o vienen de vacaciones, algunos morirán en accidente de tráfico, ¿y eso nos preocupa? Para nada. Nos decimos que eso les pasa a los otros, que yo controlo, que voy seguro y no me va a pasar. Lo mismo con el cáncer de pulmón, con la diabetes, con los ahogamientos en el mar… así que no saquemos las cosas de quicio y recordad siempre que las probabilidades son sólo eso, probabilidades. El mayor riesgo para nosotros será el derivado del cambio de rutina derivada del miedo a la estación china. O dicho de otro modo: si te quedas en el sótano porque tienes miedo de que el cielo caiga sobre tu cabeza, puede que te caiga encima un ladrillo del techo, o que te electrocutes con el enchufe viejo del fondo.

A pesar de ello, advertencia final: si la caída de la Tiangong-1 os pilla cerca y queréis hacer fotos, no lo hagáis, recordad que habrá hidracina flotando en el aire. Vale, sé que no me haréis caso, así que al menos haced las fotos desde lejos y poniéndoos a barlovento de la zona de impacto. Y pilladme un tornillo de recuerdo, porfa.



2 Comentarios

  1. Sinceramente, este tema me ha tenido algo preocupada estos últimos días.
    Eso de dejar cosas al azar y que te pueda «tocar la china» y caerte encima este armatoste tiene su miga.
    En fin, tras leer su post (genial, como siempre), he leído en EL PAIS.com que la estación espacial ya ha caído, cito textualmente: «El Tiangong-1 entró en la atmósfera una media hora antes de lo previsto por la misma agencia, que había estimado inicialmente que la zona de caída sería el Atlántico Sur, frente a las costas de la ciudad brasileña de Sao Paulo. Su entrada, finalmente, se produjo en el vasto océano Pacífico, a miles de kilómetros al noreste de Nueva Zelanda…(a las 2.15 hora española)».
    Con lo cual, ¡todos a salvo! Supongo que hoy harán eco de esta noticia los informativos y nos ampliarán más la información.
    Saludos a todos.

  2. La ciudadanía planetaria, al menos la que lee la prensa y ve la televisión, observa con temor y enfado los accidentes producidos por la chatarra espacial. La Tiangon-1 se lanzó en 2011 con una vida útil calculada para dos años, pero cinco años después, en 2016, la agencia espacial china comunicó que la nave se hallaba fuera de control, al parecer por fallos técnicos en el control de los propulsores.

    Otro accidente similar ocurrió con la estación rusa Salyut-7, que quedó fuera de control por errores técnicos. Sus restos se esparcieron por varios lugares de Argentina, de San Juan a Chucut. La pieza más grande cayó en el patio de una vivienda humilde en Capitán Bermúdez, cerca de Rosario. Este incidente ocurrió en 1991. Dado que estos accidentes son inevitables ¿no resulta obligatorio revisar los protocolos de seguridad de las naves que se lanzan al espacio?

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Por Arturo Quirantes, publicado el 30 marzo, 2018
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