Certifrikada: La Guerra de los Mundos (1953)

Por Arturo Quirantes, el 15 enero, 2018. Categoría(s): Certifikadas ✎ 2
La Guerra de los Mundos
¡Disparad, ese es Tom Cruise!

No puedo creer que se me haya pasado esta película en mi sección de Certifrikadas. Voy a corregir ese error aquí y ahora.

La Guerra de los Mundos, y por supuesto me refiero al clásico de 1953, es un film basado en la obra de H.G. Wells del mismo nombre. Si Wells escogía Londres como escenario principal, la nueva película se centra sobre todo en la región de Los Ángeles. No en vano Estados Unidos era la principal potencia militar del mundo libre en aquella época, y eso hay que mostrarlo.

Tampoco es casualidad que se filmase cuando se hizo. En 1953 la Guerra Fría se estaba calentando. Estados Unidos temía un ataque extranjero, y eso se nota en la filmografía de ciencia ficción de la época, por ejemplo en títulos como Invasión de los Ladrones de Cuerpos (1956), Ultimátum a la Tierra (1951) o Invasores de Marte (1953), por citar sólo unas cuantas. En esta ocasión, Washington debe liderar la defensa contra un enemigo que no ofrece tregua y tampoco la espera.

A lo largo del film vemos la historia pequeña junto a la grande, los esfuerzos del doctor Forrester paralelamente a los del resto del mundo. Todos tienen el mismo objetivo, aunque la forma de hacerlo varía: Forrester apela a la ciencia y la investigación mientras los militares echan mano de lo que mejor saben hacer, eso de los bombardeos y tal pascual. Parte del metraje corresponde a entrenamientos reales de la Guardia Nacional, con cañones y tanques incluidos, lo que le da una pátina de realismo que han copiado multitud de películas desde entonces.

En la “historia pequeña” tenemos al doctor Clayton Forrester, quien casualmente estaba de vacaciones con unos colegas cuando sus servicios son solicitados para investigar la caída de un meteorito por las cercanías. Es allí donde conoce a la bella Sylvia van Buren. Tras el ataque de los marcianos huyen juntos, viven apasionantes aventuras, etcétera.

La Guerra de los Mundos inaugura un conjunto de tópicos, o cuando menos los convierte a la categoría de clichés que hay que usar en todo film del género sí o sí . Primer tópico: el científico es el que salva el día. Como escribí hace tiempo, está de moda que el científico se alce como baluarte último frente a la destrucción y la calamidad. Él es quien sabe, quien deduce, quien ordena a los militares lo que deben hacer para alcanzar la victoria. En este caso no es exactamente así, pero al final todos confían en ellos para vencer a los invasores donde las armas convencionales han fallado.

Segundo tópico: el científico no tiene por qué ser un cerebrito feo y repelente. Basta de sabios chiflados con gafas de culo de vaso. Forrester es un galán que sale de su laboratorio para pescar como cualquier hijo de vecino, sabe pilotar una avioneta y cuando se quita las gafas no parece un científico. Al principio la chica no puede creer que sea el famoso científico que aparece en la portada de la revista Time.

Por cierto, ella es profesora universitaria y tiene un doctorado, así que no debería ser la típica pelirroja tonta; por desgracia, la película la usa como una mera damisela en peligro, y cuando llega la hora de cenar adivinen quién hace los huevos fritos. Cierto es que Forrester reconoce no saber cocinar, es un hombre sin familia que come casi siempre en restaurantes; pero me pregunto hasta qué punto se trata de una mera excusa para poner a la chica en el papel de ama de casa tradicional. Lo lamento por la mujer y su eterno papel de pitufina, quizá era mucho pedir a una película de los cincuenta. En fin, al menos el tío de ciencia deja de ser un personaje feo y siniestro. Algo es algo.

Otro tópico: el científico sabe de todo, todo y todo. El meteorito cae, y resulta que hay unos científicos pescando cerca, así que ya tenemos quien nos lo explique. “Ustedes sabrán de qué se trata, son científicos”, les dice el policía de pueblo mientras les habla del meteorito recién caído, como si tuviesen todas las respuestas a todo. Claro, Forrester es profesor de Física Nuclear y Astronomía, trabaja en motores atómicos, estudia los efectos de la bomba de hidrógeno y además entiende de meteoritos, seguro que no hay nada que no sepa hacer.

El dúo Forrester-van Buren desarrolla su pequeña en paralelo a la Historia con H grande, en la que las fuerzas militares del mundo se lanzan con gallardía contra los invasores. Las tácticas tradicionales y las armas convencionales de nada sirven contra los enemigos marcianos, que por algún motivo no consideran que Washington sea un objetivo militar de importancia pero que en general se comportan de forma despiadada. Sus campos de fuerza y sus armas de rayos, equipo estándar de innumerables películas y series de ciencia ficción desde entonces, les permite invadir países enteros con total impunidad. Son imparables.

Cerca del clímax final, un majestuoso avión tipo “ala voladora” YB-49 arroja una bomba de hidrógeno (inventada apenas unos meses antes) contra una concentración de naves invasoras a las afueras de Los Ángeles. El resultado, fallido, muestra a una Humanidad enfrentada a su destrucción inevitable, un momento de desaliento. “No les ha hecho efecto [la bomba H]. ¡Cañones, tanques, bombas, son juguetes contra los marcianos”, exclama el general; y aunque éste no da la lucha por acabada todo parece ya perdido. Los científicos son la única esperanza. La cuidad cae presa del pánico.

Aunque la película de La Guerra de los Mundos es diferente en algunos aspectos de la historia original de Wells, se asemeja en muchos otros. La propia película comienza igual que el libro, y también acaba con la victoria de los humanos gracias a los microorganismos, lo que nos fuerza a una reflexión sobre la humildad y la soberbia. En ambas ocasiones los marcianos se enfrentan a la mayor potencia económica y militar de la época, aunque en el caso del libro los marcianos son tan sólo poderosos, no invulnerables.

La Guerra de los Mundos (1953) tuvo un remake hace algunos años, pero no me refiero a la peli homónima de 2005. No, el título de remake le corresponde por derecho a Independence Day (1996), que tiene muchos elementos en común: invasores procedentes del espacio exterior protegidos con escudos invulnerables, contraataque inútil con armas nucleares (lanzadas, por cierto, desde bombarderos B-2 descendientes de la venerable “ala voladora”), científicos con la clave para la victoria, derrota final de los feos atacantes gracias a nuestros amigos los virus. Vale, eran virus de ordenador, pero virus al fin y al cabo. Esa peli mola, tengo que certifrikarla algún día.

Por el contrario, la versión de La Guerra de los Mundos de 2005 perpetrada por Tom Cruise se limita a ser la típica historia de supervivencia del protagonista y su familia, que por supuesto le odia al comienzo y le adora al final, algo que hemos visto en El Día de Mañana (2004), por ejemplo. Es mala para reventar. Y además sale Tom Cruise.

La certifrikación de esta película será buena, lo adelanto. Sin embargo, al igual que en el caso de Westworld (1973), estoy tentado a modificarla debido a los hijos que ha traído al mundo. La Guerra de los Mundos de Tom Cruise es horrible, pero Independence Day mola a niveles estratosféricos (incluido la mejor arenga presidencial ever). Eso sí, su secuela Independence Day: Contraataque (2016) dejaba mucho que desear. Por otro lado…

Bah, a quién pretendo engañar, La Guerra de los Mundos (1953) es una película extraordinaria. Su papel como precursora de un género, su acierto en la forma de actualizar la obra maestra de Wells, sus referencias sociales, sus efectos especiales y su advertencia de que sólo somos los reyes de la creación porque nos hemos autootorgado ese título, todo ello le hacen merecedora de un puesto de honor en los anales de la ciencia ficción.

Me están entrando ganas de verla de nuevo, así que les dejo. Volveré a sentir con las máquinas marcianas avanzando de forma implacable, vibraré con la valentía de los hombre y mujeres que nunca se dan por vencidos, y recordaré que cuando todo se vuelve desesperación y oscuridad, lo único que nos mantiene en pie es ese débil hálito de esperanza que nos dice “hay que seguir adelante” Contra eso no hay rayo mortal que valga.

Nota de calidad certifrikada: 9



2 Comentarios

  1. La vi pero solamente recuerdo la escena del pobre sacerdote que se acerca a ellos con la cruz en ristre para acabar como ya sabemos, y alguna escena de tanques y soldados disparando de todo para nada.

    Independence Day es pura americanada.

  2. Primer tópico: Cierto, pero generalmente el desastre que tiene que arreglar la ciencia proviene de unos zotes que no hicieron caso al principio.
    Por ejemplo, los sellos de la lanzadera eran inseguros en ciertas circunstancias, no les hicieron caso y ¡patabum!

    Segundo topico: No se si a los presentes les pasa lo mismo que a mi, pero estoy hasta los colaterales adjuntos de esos guinistas de la cumbre de la curva de gaus que renpretan a los que superamos el 130, como seres inseguros, estupidos, marginados…: ¡Como seldon cuper! ¡Que alguien mate a ese tipo, por favor!
    No se, cuando iba a la facultad, habia gente de todos los colores.

    Puede que muchos, como yo, seamos asociales por problemas de autismo, pero ser inteligente no es ser un gilipollas. Solamente es que los «normalitos» envidian y no soportan sentirse inferiores.
    ¡Coño ya con sus inseguridades, joder!

    Y lo de la barbi marujona, en fin. Lo dicho, años cincuenta, aunque en forocoches y genova parece que siguen en esos años.

    Pero lo mas imporante, mi querido profesor, los gustos y las opinones son como el culo, todos tenemos uno y su contenido no les parece bien a los demas:
    El dia de independencia es horrorosa con mayusculas. Mientras que el dia de mañana, con un buen actor, podría salvarse dignamente. Pero esa es mi certrifricación personal, claro.

    ¿Alguien puede explicarme la larga carrera de ese tipo? Pelicula que hace, pelicula que destroza. Debe ser como segal, que ha pactado con el diablo, porque si no, no se explica.

    P.D.: ¿Alguien mas tiene la sensacion que en este siglo no se ha hecho nada original que no sea un refrito con mejores efectos (?) o simples anuncios de 90 minutos par acvender mercadotecnia?
    Parece que las peliculas ya no las hacen los guionistas — no los clonicos de titulo por la univerisdad de todoshacemoslomismo, güisconisn, jalabama, quentuqui, los de verdad — sino los estuidos de mercado… ¡realizados sobre la parte mes necia de la sociedad, parece!

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Por Arturo Quirantes, publicado el 15 enero, 2018
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