Certifrikada: Westworld (Almas de Metal)

Por Arturo Quirantes, el 28 noviembre, 2016. Categoría(s): Certifikadas • Física de Película ✎ 19
¿Listo para la acción, visitante? Los anfitriones esperan

Estos días estoy viendo la primera temporada de una serie llamada Westworld. Quería comentaros qué me ha parecido, pero antes creo que debería comenzar por los orígenes.

Como sabrán a estas alturas los seguidores de estas Certifrikadas, me gusta el cine antiguo (años 80 y más allá), así que recordaba que la serie estaba basada en una película de los setenta, y puede que os interese saber cuál. Se trata de Westworld, traducida en España como Almas de Metal (qué tiempos aquellos en que se traducían los títulos de las películas) y que apareció en 1973.

Almas de Metal fue escrita y dirigida por Michael Crichton, y aunque ahora pueda parecer de argumento sencillo hasta lo pueril hay que considerarla en el contexto de su época. Los ordenadores (computadoras se llamaban entonces) estaban introduciéndose en  la vida cotidiana, y el uso cotidiano de los robots parecía algo inminente. ¿Le resulta eso último familiar, lector? Pues sí, eso de tener esclavos mecánicos es algo “inminente” desde hace medio siglo.

La novedad de Almas de Metal es que ponía los robots en un contexto diferente al habitual. En lugar de ser ayudantes en vuelos espaciales o trabajadores en industrias pesadas, aquí los robots eran usados para el ocio en una especie de parque temático. Por una cuota de todo menos económica, los clientes llegan a un mundo donde se recrea la antigua Roma, la Edad Media o el Oeste norteamericano de 1880, tres emplazamientos “habitados” por robots con forma humana. De día los clientes pueden hacer de todo con los robots: pueden pelearse con ellos, dispararles, atravesarles con una espada, incluso dedicarse a actividades digamos lúdicas con los robots femeninos. La regla es: no hay reglas. Nada de responsabilidades, nada de limitaciones, nada de culpabilidad o restricciones morales. En esto nos recuerda un poco a los mundos animatrónicos de Disney pero para adultos.

El argumento de la película es bastante sencillo: los clientes se lo pasan pipa hasta que, de repente y sin motivo aparente, los robots se hartan y montan el pollo. En particular, dos clientes se ven acosados por un robot pistolero interpretado por Yul Brynner, uno de los calvos favoritos de Hollywood en aquella época. Al principio no pasa nada, basta con abatirlo a tiros, pero un día… y a partir de ahí dejo de leer.

De entre toda la escenografía me resulta particularmente llamativa la fijación con los tableros de ordenador llenos de luces que brillan sin que sepamos bien por qué. No puee evitar recordar Aterriza como Puedas 2 (no tan buena como la original pero que también vale la pena ver), donde William Shatner parodia esa manía por las lucecitas y botones. En un momento se planta frente a una máquina que ha aparecido ya en otras películas como Star Trek II o Starfighter la Aventura Comienza, y un técnico le explica que “esos rayos se mueven continuamente de acá para allá, aparte de eso no parece que sirva para nada más.” Después comienza su perorata con el piloto de la nave en peligro y acaba sufriendo un ataque de nervios:

Escucha, no me vengas ahora con bobadas. También aquí estamos plagados de conmutadores, luces y clavijas que manejar, rodeado por todos lados de miles de lucecitas que no paran de parpadear, que se apagan y se encienden, sí, que se apagan y se encienden, ¡que se apagan y se encienden, no lo aguanto, no lo aguanto más, que se apagan y se encienden!

Al ver algunas escenas de Almas de Metal no puedo evitar pensar eso de “luces que se apagan y se encienden,” y solamente eso es ya un indicativo de que estamos en los setenta.

Por desgracia, la película no hace nada por explicarnos los motivos de la rebelión de las máquinas. Pasamos media película viendo a los clientes y los técnicos haciendo lo suyo (disfrutar los unos, trabajar los otros), y de repente todo es persecución frenética. Yo suelo gustar de las películas que hoy llamamos “lentas,” en las que la acción está supeditada al argumento y el director se tomaba tiempo para definir los personajes, pero quizá en este caso hubiera convenido algo menos de definición y algo más de explicación. Quizá en libro de Crichton amplíen el argumento, no sé.

Westworld (Almas de Metal) tuvo una continuación en 1976 con Futureworld (Almas de Metal 2 – Mundo Futuro) y en este caso el argumento cambia. Hay tensión y problemas, pero no derivados de una rebelión de los robots, sino de tejemanejes por parte de los humanos. Se trata de la variante “empresa malvada que hace cualquier cosa por ganar dinero” y que no les voy a spoilear, pero que al menos tiene motivaciones más claras por parte de los personajes.

Yo no supe de esta segunda película hasta que fui a buscar Westworld para volver a verla. Tampoco sabía que en 1980 se intentó continuar la historia con una serie televisiva llamada Beyond Westworld. Estoy intentando conseguirla, así que de momento sólo sé lo que dice la Wikipedia: el personaje principal es el jefe de seguridad de la fábrica de robots, y su misión es detener los planes malévolos del clásico científico loco que quiere utilizar sus creaciones para dominar el mundo. Esta serie no parece haber tenido mucho éxito ya que solamente se filmaron cinco episodios (y se emitieron tres) antes de ser cancelada.

Pero os traigo buenas noticias: hay continuación. El motivo principal que me ha hecho volver a los orígenes es que este mismo año Westworld ha renacido como serie de la mano de la HBO. Hasta ahora tenemos seis episodios de una hora, y por fin tenemos un argumento tupido más allá del clásico “robot descontrolado va a matar a los humanos.” Tenemos los puntos de vista de los clientes, de los técnicos y de los altos responsables de la empresa, y no podemos olvidar de los personajes más importantes: los robots, llamados ahora “anfitriones.”

Porque ahora tenemos una variante muy interesante. Resulta que los anfitriones, no saben que no son humanos. Todos los días se levantan, hacen su vida y siguen tramas diseñadas por los ingenieros, pero ellos realmente creen que son parte de su vida diaria. Si matas a alguien, su hija llorará a lágrima viva; si la violas, sufrirá como una mujer humana. Los anfitriones no recuerdan lo que pasó el día anterior, y de hecho todos los días parecen iguales para ellos. O al menos eso es la teoría. En realidad, lo que resulta es… que deberías ver la serie para averiguarlo, porque no quiero hacer más spoilers.

Westworld (2016) es una serie que promete mucho, y de momento me ha gustado lo que he visto. Personalmente le he visto un gran inconveniente: es la típica serie en la que nada se resuelve, nada se revela, nada da un volantazo de guión. Se van desarrollando múltiples tramas con múltiples personajes, y aunque la acción va transcurriendo lo hace tan lentamente que cualquier cosa puede suceder. Se ha ido estableciendo la base para futuros acontecimientos, pero de momento, y tras seis horas de serie, no ha pasado nada. Parece la típica serie de “tranquilos, todo se revelará en su momento,” y yo me he hartado de ese rollo.

Por supuesto, lo que acabo de expresar es un deseo personal mío. Quizá es que he perdido demasiado tiempo en series como Perdidos o Juego de Tronos para aguantar más series que engordan y engordan con escenas que aparecen y desaparecen, personajes que actúan y hacen mutis por el foro, y todo sin que cambie nada. Prefiero una serie como Stranger Things, un reciente éxito que es todo un descubrimiento y que os recomiendo sí o sí: hay presentación, desarrollo, nudo y desenlace, y aunque el final queda levemente abierto para poder continuar con la historia, la primera temporada en sí ya te lo cuenta todo sin tener que esperar a la segunda.

Volviendo a Almas de Metal, creo que tiene cierto interés por ilustrar un tipo de interacción robot-humano poco desarrollada en el cine (la de elemento de entretenimiento y ocio) y por pulsar el hilo de la fantasía descabellada, esa del tipo “¿qué pasaría si pudiésemos hacer lo que nos diese la gana, sin leyes ni moral que nos frenasen?” También mola volver a ver a Yul Brinner haciendo de vaquero implacable. Por otro lado es una película bastante plana, sin grandes sorpresas y embebida del tono fatalista típico de las películas de los setenta, en el que la tecnología no está precisamente al servicio del hombre y si algo puede salir mal saldrá mal, lo que le resta algo de originalidad.

En principio le daría un aprobado justito, pero en esta ocasión voy a valorar también su papel como precursora. No solamente dio lugar a una película secuela, sino a una serie televisiva, y ahora a una segunda que cuenta con mayor amplitud de guión y que, al menos de momento, promete. Eso le valdrá un punto extra. Sigue siendo aprobado, pero no raspado.

Nota de calidad certifrikada: 6



19 Comentarios

  1. ¡Joder tio, mas matao!

    ¿Cine antigüo… de los ochenta? Jopeta, y yo viendo lso boris carlof de los 30 o a nosferatu o metropolis…
    ¿Que soy yo entonces?
    ¡Yas pasao tres pueblos!

    1. Sí, para mí los ochenta parecen anteayer ¡pero ya han pasado treinta años! Fíjate en la programación televisiva, a ver cuántas películas encuentras no ya de los ochenta sino del siglo XX. Quitada La 2 y alguna del Paramount Channel, el XX ya no existe

      1. Tienes toda la razon, compañero.
        Pero no es un problema de los que somos sesenteros, sino de un consumismo salvaje en las telecomunicaciones.
        El intentar meternos con un embudo lo ultimo de lo ultimo mas güay muñeca.

        Y luego se enfadan si piratemaos Frankesyein , o un par de Oliver y Hardi.
        Pero no la sencontraras en ningun cataloco y si las encuentras, estan agotadas.

        Y es una pena, porque la ficcion cientifica del los seseta era cojonuda, ingenua, cutrilla, pero hay genialidades, sobre todo las hechas con dos duros en inglaterra como la serie del doctor Cuaterman.

        Pero si vemso esas peliculas, va a resultar que todo lo actual son refritos de refritos de ideas que ya tuvieron otros y que lo unico que aportan son mejores efectos especiles con muy poco o ningun argumento y nada de originalidad.

        Pero no importa, ya que lo que hay que «ver» de esas eporcas ya nos los ponen en los nodos de lagunos nostalgicos, no precisamente del buen cine, y con los paco metinez soria. (¡AaaaaG!)

        Asi mos va.

        Le propcongo algo, profesor, Certrifiquemos peliculas de otras eras, eso tambien es divulgacion.

  2. Ahhh, el «digestivo» Michael Crichton y sus refritos…

    Cualquier coincidencia entre Sphere (1998) y Solaris (1972) es «puramente fortuita». Seguro que sí.

    Luego cambias los dinosaurios de Jurassic Park (1993) por los robots de Westworld (1973) y listo, lo medular sigue ahí: un parque temático de «criaturas» que se supone deben hacer una cosa pero, en la mejor tradición de Frankenstein, terminan haciendo otra.

    La «novedad» de Westworld (1973) fue darle el consabido «giro de tuerca» frankensteiniano a unos robots puestos en EL MISMO contexto básico (un parque de diversiones) del episodio Shore Leave (1966) de la teleserie Star Trek.

    Hay diferencias, claro está, y la principal tiene nombre: Theodore Sturgeon. El «parque» (planeta) de diversiones de Shore Leave es tecnología alienígena que lee la mente de los usuarios y hace realidad sus fantasías «integrando» en el acto androides que son réplicas perfectas de personas o personajes ficticios tal cual los recuerda o los imagina el usuario. Sin síndrome de Frankenstein, pero cuidado, algunas fantasías son PELIGROSAS.

    ¿Soy yo o Westworld es cine clase Z al lado de esa idea? Por cierto, algunos conceptos de Shore Leave (la «nanotecnología» de la maquinaria alienígena para «integrar» androides o cualquier otra cosa) digamos que «evocan» a la novela The City And The Stars (1956) de Arthur C. Clarke.

    Luego tomas la variante «muy interesante» de la teleserie Westworld (2016) y la comparas con:

    Terminator Salvation (2009). Marcus Wright no sabe que no es humano.

    Battlestar Galactica (2004–2009). Algunos cylons humanoides no saben que no son humanos.

    Stargate SG-1 (1997–2007). En al menos dos episodios, Cold Lazarus (S1-Ep6, 1997) y Tin Man (S1-Ep18, 1998), los personajes retornan a través del portal sin saber que no son ellos, son réplicas androides.

    Si seguimos escarbando puede que la idea sea más vieja que Asimov. Pero, un momento, había más: los anfitriones no recuerdan lo que pasó el día anterior, y de hecho todos los días parecen iguales para ellos. Vamos, una especie de bucle temporal estilo Edge Of Tomorrow (2014), Groundhog Day (1993), y en fin, ¿para qué seguir?

    No es coincidencia que la productora de la teleserie Westworld sea Bad Robot Productions. Pese a lo que Wikipedia dice al respecto, es claro que el nombre y la intro (secuencia logotípica) de Bad Robot son un guiño que hace referencia a una escena de Runaway (1984), otra película de Michael Crichton acerca de «robots fuera de control»:

    Runaway (robotito amarillo, maizal)
    youtube.com/watch?v=XgEy8TesHnQ

    Bad Robot (robotito rojo, pastizal)
    youtube.com/watch?v=VfXY9pUcgW8

    «Casualmente» Bad Robot fue también la productora de la infumable Lost (2004–2010), teleserie que se tomó SEIS AÑOS para contar EL MISMO argumento de una película de HORA Y MEDIA que vi hace más de tres décadas. No recuerdo el título de esa película, seguramente era tan «buena» que ninguna televisora se atrevió a pasarla de nuevo, y ya la había olvidado felizmente, hasta que vi algunos fragmentos de la primera temporada de Lost, que me alcanzaron y bastaron. Lo poco que recuerdo de esa película se resume así:

    Un grupo de personas mutuamente desconocidas despierta a bordo de un avión. Las ventanillas son opacas, pero, por el ruido de los motores y el movimiento, es evidente que el avión está en pleno vuelo. Nadie sabe hacia dónde, ni siquiera recuerdan cómo abordaron el avión. No hay tripulación. A todos los efectos es como si el avión fuera automático. Los pilotos, si los hay, están encerrados en la cabina y no contestan.

    Horas después el avión aterriza. Los pasajeros descienden por sus propios medios. Están solos en un lugar desconocido que empiezan a explorar. El lugar resulta ser una isla tropical perdida en algún rincón de vaya uno a saber qué océano de agua marina. Listo. Y tras una serie de peripecias cada vez más demenciales que afortunadamente he olvidado, descubren que están muertos, que el viaje en avión fue una «metáfora» post mortem, y que la isla es el Infierno. ¿O era el Purgatorio? Bah, como si importara. Fin.

    Ahora que lo pienso esa «película» bien pudo haber sido un episodio de la teleserie The Twilight Zone o similar. UN EPISODIO estirado SEIS AÑOS. Y no contento con ese refritazo supervitaminado, Damon Lindelof también tenía que perpetrar el guión de Prometheus (2012), la entrega más absurda y recargada de acertijos irresolutos de toda la saga Alien. Cuesta creer que Ridley Scott se metiera en ese saco.

    No sé, tal vez hoy me levanté más crítico que de costumbre. Para gustos colores.

    Saludos.

    1. Pos mire uste.

      Todo lo que se ha molestado en documentar, y varias cosas mas, me asaltan cada vez que veo esa publicidad encubierta y a veces hasta gratuita que nos lanzan sobre las «sorprendentes nuevas temporadas de…………» — rellene al linea de puntos con el ultimo extreno de la cadena tal o cual —.

      Todo me sugiere un enorme: «Esto ya lo he visto yo en–»

      Quizas sea porque cuando eramos crios con un canal — en dos partes y en BN — todo era nuevo y lo absorbiamos con ansia.
      O aquellas noches de la dos con interminables ciclos de cine antigüo, pero de verdad, y de reportajes cojonudos, que veiamos en nuestra adolescencia trasnochando.
      O incluso, aunque me pillo talludito, la bola de cristal descubrindonos series que apenas se habian visto en españa.

      Entonces todo era nuevo. Sobre todo para los que eramos hijos de obrero.

      Ahora hay muchiiiiiiiiiiiisiiiiiiiiiimoooooo. Se pasan el dia con veinte canales — todos reponiendo la cuatro mismas cosas —y cienmil cacharritos conectados, pero con un panorma muchisimo mas arido y limitado.

      Mi neurologo me dijo algo hace un mes, que ahora con internet, compra muchisimos libros electronicos (¡Mas Ag!) Pero que en realidad lee mucho menos.
      Entre ellos mi libro que lleva un año en su portatil y eso que casi lo escribi par ael como continuacion de otra novela anterior, no es por compromiso.
      — No lo sé, quizás si lo tuviera en papel lo habria leido. — Dijo.

      A veces el progreso a ultranza nos quita cosas valiosas a cambio de velocidad.

      70.000 titulos al año en este pais, pero… ¿cuantos se leen de verdad o se llegan a vender?
      Distribuir apenas. O eres un personaje o te vendes en la red, o no vendes nada.

      Hace 40 años, se editaban 2.000 titulos, y era mucho mas dificil publicar, sin comparacion y no digo ya lo de la mal llamada «autoedicion», anglicismo mal traido donde los halla, sino porque si publicabas era porque un editor te habia leido y le interesabas.
      ¿Que editor puede leer en serio 3.000 originales al año?
      Hoy te cobran por leer tu original.
      Algunas editoriales, que no mentare, viven de cobrar a noveles o venderles sus propios libros o convencerles para que sean ellos los que vendan casi puerta a puerta.

      En fin, que si extrapolamos, nos encontramos con que hay mucho mas medios, pero mucho menos contenido y variedad.
      Todo suena conocido.
      Y el mejor ejemplo es la TV.
      Que yo, al menos, no enciendo ya, nunca.

      Saludos.

      1. Sí, totalmente. Paradojas de la Era de la Información. Tanta disponibilidad termina provocando el efecto contrario: saturación.

        Las gotas de «creatividad genuinamente novedosa» se producen más o menos al mismo ritmo que antes (estimación subjetiva, así lo percibo yo), pero ahora caen y se dispersan en un río multimedia cada vez más ancho y rápido.

        A eso sumémosle que ya tenemos unos añitos, et voilà: «Esto ya lo he visto yo en…»

        Saludos.

        PD: mi TV se descompuso un día, al otro día no la extrañé, pasó una semana, un mes, ya van casi 10 años y sigo sin extrañarla 🙂

  3. Qué suerte tiene! Los pobres que no podemos permitirnos una máquina del tiempo todavía estamos esperando que emitan el último capítulo de la temporada 🙂

      1. «Recientemente he terminado de ver la primera temporada de una serie llamada Westworld» da a entender que o ya viste el último episodio antes que nadie, o no tienes intención de verlo. Yo pensé lo mismo que MadQuark

  4. Bueno, la 1º temporada no ha acabado (en ingles llevan 9 episodios, falta uno).
    Pasan algunas cosas, no es una serio solo contemplativa, aunque a veces lo parezca. Es una serie filosofica en el sentido de Galactica y de enigmas en el sentido de Lost, pero van resolviendo algun enigma de vez en cuando. Ha habido sorpresas y probablemente habra mas. Y nos han prometido que la temporada sera autoconclusiva, no sera un cliffhanger en espera de la temporada 2.

  5. Alguien dijo una vez que el 99% de los guiones estan basados en obras de Shakespeare. Tal vez sea exagerado, pero no mucho ya que él tambien tuvo inspiración en los clásicos griegos.

    Si analizamos las obras shakesperianas desde los diferentes puntos de vista de los diferentes personajes no daremos cuenta de que son «muy familiares» . El más clásico es el de romeo y julieta. Y no por ello desdeñamos las historias recientes si estan bien contadas claro

    En el mundo de la ciencia ficción sucede algo similar. Para empezar, se le suele llamar «ciencia» o «cientifica» si aparecen las consolas llenas de lucecitas, un artefacto inverosimil volando o usan palabras como «subespacial» «parsec» o «fotónicas». Si la misma historia es con liquidos de colores burbujeantes, el que vuela es un dragón y las palabras rara son «espiritus» o «inmemoriales» entonces es una fantasia.

    Por tanto, si juntamos los relatos sobre robots de Asimov de los años cincuenta, los cambiamos al robot de «Metropolis» y los forzamos con el peligro gratuito (este es el que da pánico, el que no tiene razones) de la peli «el diablo sobre ruedas» de Spielberg rodada una par de años antes ya tenemos las «almas metálicas». Y anora viene lo dificil, como contarla e interpretarla.

    En esto, Yul Brinner se sale. Él es el alma de le pelicula . El resto de los actores están para matarlos, sobre todo al que sobrevive, el del bigote. Yul copia sin disimulos, hasta en la ropa, al pistolero de «Los 7 magnificos» pero su cara cuando calmosamente anda por los pasillos (escena mil vez copiada y nunca superada en los diferentes Terminator) es antológica. No nos hacen falta muchos efectos especiales para darnos cuenta de que estamos ante una máquina muy, pero que muy peligrosa.

    Si todavia tenemos como referente esta pelicula es precisamente por Yul Brinner. Es el alma, nada metálica de la peli, y nos da igual sus razones. Es el malo abstracto, puro y duro, el primitivo y animal que va por ti. Da igual las razones ( fallos programación, inteligencia artificial mutada, genio perveso que modifica el programa,) solo queda el hecho: que va a por ti y encima ( a diferencia de otra peli muy similar, «Alien») parece más humano que tu.

    1. Estoy completamente de acuerdo con usted, caballero.

      Yul es uno de los actores clasicos menos alabados pero mas efectivos del cine. En todos su papeles daba «carne» y «vida» al personaje. Desde Taras Bulba a el Zarista en Anastasia.
      Y sí, en esa pelicula, otro actor la hubiera dejado en serie doble Z directa a video…, bueno, a yutube.
      La pena de Yul fue su singularidad, su aspecto tan reconcible que le encasilló.

      Yo tambien pensaba en el Alien, pero de la primera pelicula y como mucho la reina de la segunda. Son monstruos sinceros, asepticos, sin intenciones perversas o malvadas.
      No tienen nada que ver con el maniqueo bien o mal. No les atañe.
      Simplemente son lo que son y punto. Actuan como deben actuar sin ningun tipo de motivación absurda o devocion a entes paranormales o taras mentales, y que conste que a mi, Anibal Lester me encanta. — Como entidad dargüiniana —.
      Hay otro mito que es similar, aunque muy deformado por el cine, y el el Licantropo, que libera la bestia interior de cada uno, y corre y caza en libertad sin limites.

      Tambien comparto la idea de la confusion sobre el genero. Creo que hay una diferencia clara entre Genero Fantastico y Ficción Cientifica.
      La una es fantasia pura, sin margen a posibilismos realistas, y no me refiero a personajes con los calzoncillos sobre el pantalon, sino a ese genero que aun sabiendo que todo es fantasia, puedes creerte y sumergirte en al historia, aceptandola. Los Tolkien, Prenchett. Lovencraf o Leguin son un buen ejemplo. — Prefiero no nombrar autores vivos —. Nadie puede creer reales sus historias, pero puedes sumergirte en ellas.
      La Ficcion Cientifica requiere la posibilidad, pronta o remota, de ser factible, que lo que te cuente pueda ser real en algún momento y tenga algun tipo de base cientifica plausible.
      El Nautilus de Verne no tiene nada que ver con el submarino nuclear que fue el primero en navegar bajo el polo. A toro pasado, todos creemos que si lo era, pero no.
      Y nunca viajamos a Luna con un enorme cañón y los grandes hoteles flotantes no tienen nada qu ever con su ciudad flontante.
      Pero eran propuestas que, de alguna manera, se han hecho realidad. Eso es Ficción Cientifica.

      Luego hay otro subgenero, como usted bien dice, en que brillan lucecitas y hay extraños aparatos que dicen que es ciencia ficcion porque usan, mal, falabros dentrificos.
      Eso no es ni lo uno ni lo otro. Es puro infantilismo.

      En cuanto a lo de todo esta hecho, es cierto, lo unico que cambia es la forma de contar la historia, si la hay, que ultimamente hay poco guion, como mucho media cuartilla.
      Hay un juego que yo practico para evaluar la «originalidad» de una historia.
      Resumela en veinte o treinta palabras, no mas.
      Asi se tiene que eliminar el dialogo, el ambiente, el atrezo, las tramas secundarias y todo lo demás. Solamente queda la idea basica del argumento.
      Si el resumen, dejando a un lado el titulo, te suena a otra historia, a otras muchas historias, es que lo que hay que valorar es la forma en que se ha contado la historia, porque de original no tiene nada.

      Y Almas de metal es frankestein o el golem, o…

      Un saludo.

  6. Interesante, vamos a tener que echarle una ojeada.
    Por cierto, respecto a los paneles de lucecitas, creo que están más inspirados en las cabinas de avión que en las consolas para manejar computadoras… Sin embargo, hay un cierto precedente que da una idea sobre el por qué había tanta fijación con las lucecitas:
    Las primeras computadoras fallaban más que una escopeta de feria, y para poder hacer «debugging» tenían paneles en los que podían visualizar regiones enteras de la memoria, encendiendo o apagando luces en función del valor de cada bit.

    1. Jajajaja.
      .
      De hecho los abogados y relaciones públicas de Mercadona parecían más robotizados y acartonados que los propios robots de WestWorld.
      .
      Peor no pudieron elegir a sus representantes. Es algo que llamó la atención en twitter.

Deja un comentario

Por Arturo Quirantes, publicado el 28 noviembre, 2016
Categoría(s): Certifikadas • Física de Película
Etiqueta(s): ,