De Mercurio a Plutón por obra y gracia de Robert Farquhar

Por Arturo Quirantes, el 30 abril, 2015. Categoría(s): Espacio
Farquhar
Este señor juega al billar con naves espaciales en vez de bolas. Supera eso si puedes

[Mientras escribo estas líneas, la sonda interplanetaria Messenger apura sus últimas horas de existencia antes de estrellarse contra la superficie de Mercurio, planeta que ha estado examinando desde hace cuatro años. En el otro extremo del Sistema Solar, la New Horizons se acerca a Plutón, al que llegará este verano, y nos están enviando las primeras fotografías de ese misterioso cuerpo anteriormente conocido como planeta.

Ambas naves están partiendo la pana en los informativos, y aparte de eso no parece que tengan nada en común. Pues sí lo tienen. Ambas han conseguido llegar a sus respectivos destinos después de años de complicado ballet planetario gracias al genio del maestro trazador de órbitas Robert Farquhar. Sí, el mismo Robert Farquhar que programó la trayectoria de la misión NEAR a estilo Fry. El mismo que dirigió la primera sonda destinada a hacer de piquete y prevenirnos contra las tormentas de partículas procedentes de nuestro sol. El mismo que juega con las sondas interplanetarias de la NASA como si de bolas de billar se tratase]

Lo que sigue es un extracto de mi libro Hackers del espacio sobre las misiones Messenger y New Horizons]:

 

…Era hora de sustituir la exploración de pequeños cuerpos por la de los grandes. ¿Y qué hay mejor que un planeta desconocido?

Quizá después de haber leído tanto sobre exploraciones interplanetarias pueda sorprenderle lo que le voy a decir, pero ahí va: Mercurio, el planeta más cercano al Sol, era hasta hace pocos años un cuerpo prácticamente inexplorado. Tan sólo había sido visitado por la sonda Mariner 10, que efectuó un sobrevuelo rápido en marzo de 1974 y luego otros acercamientos en intervalos de seis meses.

La segunda misión de exploración de Mercurio tuvo que esperar hasta el siglo XXI. De nuevo Robert Farquhar desplegó su talento como trazador de órbitas. Era necesario, ya que el camino era largo y difícil. La sonda Messenger (MErcury Surface, Space ENvironment, GEochemistry, and Ranging) abandonó la Tierra el 3 de agosto de 2004, y tardó más de seis años en llegar a Mercurio después de varias pasadas cerca de la Tierra y Venus para ajustar su trayectoria.

Pero llegó, y como en el caso de la NEAR se trataba de llegar para quedarse. Nada de sobrevuelos relámpago de pocas horas. Messenger entró en órbita mercuriana en 2011, y aunque se pensaba que su combustible para maniobras se agotaría en 2012 le quedó suficiente para una extensión de misión. Y dos. La misión Messenger sigue funcionando perfectamente en el momento de escribir estas líneas.

Durante la segunda extensión de misión, una feliz coincidencia le permitió explorar dos cometas que pasaron cerca en noviembre de 2013, Encke e Ison; aunque conociendo las habilidades de Farquhar, me pregunto hasta qué punto fue realmente una coincidencia.

Robert Farquhar tuvo todavía la oportunidad de trabajar en una última misión oficial de exploración. En esta ocasión el objetivo era el lejano Plutón. Si al comienzo de este nuevo siglo Mercurio había sido visitado por una sola nave, Plutón no había disfrutado ni siquiera eso, puesto que su lejanía extrema al Sol hacía inviable un viaje ex profeso. La única posibilidad que tuvo la Humanidad de explorar el lejano cuerpo helado llegó en los años ochenta, con el llamado Gran Tour que llevó las sondas Voyager 1 y 2 en una exploración sin precedentes de los grandes planetas exteriores.

El plan original incluía dirigir a la Voyager 1 a Plutón tras su paso por Saturno. Sin embargo, los datos preliminares indicaron que Titán, la luna más grande del gigante anillado, podía contener ingredientes orgánicos, convirtiéndolo en un objetivo científico de primera magnitud. Al final, la NASA decidió corregir levemente el plan de vuelo de la Voyager 1 para poder realizar una exploración de Titán. La decisión tuvo mucho sentido desde el punto de vista científico, pero tuvo la contrapartida de dejar Plutón sin explorar.

Plutón, sin embargo, representaba un nuevo mundo en más de un aspecto. Era un planeta muy peculiar, más similar a los objetos del llamado cinturón de Kuiper que a los demás planetas. Hasta tal punto es raro como planeta, que en 2001 Neil deGrasse Tyson, el director del Planetario Hansen de Nueva York, montó una exhibición en la que Plutón ya no era considerado un planeta. La polémica resultante generó ríos de tinta (vale, gigas de datos) y contribuyó a dar fama a Tyson como divulgador científico, pero lo cierto es que tenía razón.

Cuando Tyson tuvo su genial ocurrencia, el New York Times recogió la noticia en primera plana con el titular: «¿Plutón no es un planeta? Sólo en Nueva York.» El resto del mundo tardó algunos años en seguir el ejemplo neoyorkino, pero en 2006 la Unión Astronómica Internacional decidió finalmente que Plutón ya no sería considerado más un planeta, lo que enfureció a muchos norteamericanos; especialmente los niños, quienes tenían una afinidad con el planeta que, en inglés, lleva el nombre de uno de los personajes Disney más populares (Pluto).

Planeta o no, a comienzos de ese mismo año la NASA lanzó la sonda New Horizons con destino a Plutón, el cuerpo anteriormente conocido como planeta. Imagino que la NASA hubiera encontrado difícil vender al público una exploración a un cuerpo lejano y helado que ni siquiera era ya un planeta. Afortunadamente, para cuando Plutón fue degradado la New Horizons ya había despegado y se dirigía a su destino.

Un destino muy lejano, ciertamente. Incluso en su punto de perigeo (máxima cercanía), Plutón dista casi 6.000 millones de kilómetros del Sol. Y, por supuesto, la sonda no viaja en línea recta. A comienzos de 2007 hizo un sobrevuelo de Júpiter. El motivo principal era una corrección de órbita mediante el método de asistencia gravitatoria, pero la NASA aprovechó la ocasión para hacer una nueva exploración del planeta gigante. Como los turistas bien adiestrados, la agencia espacial no desperdiciaba una oportunidad de investigar y fotografiar cualquier paraje interesante.

También lograron un objetivo secundario: visibilidad mediática. Durante el sobrevuelo de Júpiter, la NASA aprovechó para dar publicidad a la misión. En un artículo ampliamente difundido, el propio Farquhar explicó cómo la maniobra de sobrevuelo impulsaría la nave a cambio de un leve robo (theft) de energía gravitatoria procedente de Júpiter. ¿El título del artículo? Grand Theft Pluto.

El juego de billar planetario envió a la New Horizons en dirección a Plutón, donde llegará a mediados de 2015. Pero Robert Farquhar, que hizo posibles estas misiones, no participó en la llegada de la Messenger a Mercurio, ni lo hará en la misión New Horizons. Por las mismas fechas en que Plutón era rebajado de su estatus planetario, Farquhar se jubiló del APL. Estaba próximo a cumplir 74 años, y sus tareas de trazado de trayectorias habían terminado…



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Por Arturo Quirantes, publicado el 30 abril, 2015
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