¿Podemos usar el comodín del público?

Por Arturo Quirantes, el 6 septiembre, 2014. Categoría(s): Historias del Profe ✎ 14
Quien queire ser millonario torpedo
Y sin levantar una ceja, compañero

Esta semana he estado muy entretenido en el trabajo. Llega septiembre y hay que preparar las clases para el próximo cuatrimestre. Es momento de repasar los libros, actualizar los apuntes y pensar en qué se puede hacer para mejorar en el aula.

Estoy contento porque he conseguido preparar con éxito un nuevo método para implicar a los discentes en el proceso de enseñanza-aprendizaje mediante técnicas integradas de nuevas tecnologías interactivas. Vale, traduciré del boloñés al castellano: usar cachivaches para que los alumnos no se queden callados como piedras cuando les hago una pregunta.

Uno de los problemas que tenemos los profes en el aula es que, cuando hacemos alguna pregunta, los alumnos se callan como si temiesen un ataque zombi. Todo el mundo mira para otro lado, esperando que el profesor vuelva con su rollo de pizarra y ecuaciones. Los que no saben no quieren quedar como estúpidos, y los demás se callan no vaya a ser que se equivoquen y se rían de ellos. Como resultado, si les pregunto algo del tipo «a ver, ¿en qué dirección creéis que va a girar la rueda?» solamente unos pocos aventurarán una respuesta; y esa respuesta estará muy condicionada por lo que piense la mayoría.

Lo ideal sería que pudiésemos hacer una encuesta en condiciones de secreto y anonimato, de forma que todos puedan responder sin miedo al ridículo, y que en lo posible fuese rápida para no interrumpir el ritmo de la clase.

Hace algunos años, descubrí una solución. Estaba desarrollando mi proyecto Física de Película cuando leí que un profesor norteamericano usaba una herramienta curiosa llamada «clicker.» Consiste en un pequeño objeto con forma de mando a distancia. A cada alumno se le da uno, y con él pueden responder las preguntas formuladas por el profesor. Las respuestas pueden analizarse estadísticamente y los resultados se pueden mostrar rápidamente.

En cierto modo es como el comodín del público en el programa ¿Quién quiere ser millonario? Cuando el público responde para ayudar al concursante, lo hacen mediante un panel con cuatro botones. La elección se hace pulsando un botón, de forma que se evitan esas situaciones en las que la gente mira a su alrededor pensando «creo que la opción correcta es la B, pero ¿y si me equivoco? no, mejor me espero a ver qué dicen los demás.» Nadie sabe qué votan los demás y los demás no saben qué votas tú, y en esas circunstancias se puede escoger una opción de forma libre.

Pues resulta que los «clickers» hacen precisamente esa función. Cuando los alumnos pulsan un botón, en realidad están respondiendo a estilo Quién quiere ser millonario. Bien usados, pueden ser un buen mecanismo de feedback, de retroalimentación entre profesor y alumnos. Por desgracia, cuando se me ocurrió mirar en busca de más información pude ver que valían una pasta. Lástima. Una chuchería curiosa pero muy cara. Otra vez será.

Tiempo después descubro que mi Facultad ha comprado esos clickers para uso docente. ¡Mola! Me entero de que van a hacer una reunión informativa, y allá que me voy de cabeza. Cuando llegué no había mucha gente, así que me senté y me puse cómodo.

Los clickers eran una pasada. Podían programarse para responder preguntas hechas en una presentación de PowerPoint, daban los resultados de inmediato, podían usarse de muchas formas, guardaban información estadística, historiales, permitían el seguimiento individualizado de los alumnos, establecer sistemas de evaluación continua. La pera limonera, vamos. Claro, había que ir cada día a conserjería a pedirlos, distribuirlos entre los alumnos, asegurarse de que cada uno cogía el suyo y no se diesen el cambiazo (o bien repartirlos al tuntún, de forma anónima), recogerlos a la salida y confiar en que nadie se lo llevase en la bolsa por error; por no hablar de preparar las encuestas y todo eso.

A pesar de sus inconvenientes, me parecía una idea pistonuda, y ya me preparaba mentalmente para su uso en clase. Y aquí fue cuando los chicos de la oficina de software libre pusieron el dedo en la llaga. Resulta que todas las aulas de mi facultad están provistas de ordenadores con Linux, ¡y los clickers funcionaban en entorno Windows!

Los chicos de la presentación, que venían de la empresa española que comercializaba los clickers, aguantaron el chaparrón y nos dijeron muy finamente que ellos hacían poco más que distribuir los aparatos en España, que no pidiésemos milagros. En cuanto a los fabricantes originales norteamericanos, no estaban por la labor ni hartos de vino. No sé si tenían pocas ganas de trabajar o piensan que Linux es una conspiración eurocomunista, pero el hecho es que la versión de clicker para pingüino ni está ni se le espera.

Me quedé pasmado. Un tío compra un aparato de uso docente estupendo, y ni se molesta en averiguar si puede usarse en nuestras aulas. En una Facultad de Ciencias. En una Universidad. Olviden esas historias sobre vender neveras en el Polo Norte. Eso de vender aparatos Windows en una facultad llena de aulas con ordenadores Linux lo supera.

Ni siquiera me molesté en buscar alternativas, como pedir un emulador de Windows o llevarme un portátil al aula. El mal rollo me echó a patadas de allí. No podía entender cómo mi facultad se gastaba miles de euros en algo que no sólo no funcionaba en nuestras aulas sino que nadie se había molestado siquiera en averiguarlo hasta que la compra estaba cerrada.

A día de hoy no sé que pasó con los clickers, quién los utiliza o dónde se pueden solicitar. Ni me inporta. Pero no lloren por mí, porque ya no los necesito. El método que voy a utilizar ahora es tan sencillo que roza lo sublime. Me lo contó un compañero profesor, en uno de esos cursos que recibimos de vez en cuando los profesores para ser más innovadores y chachipirulis. Como ese curso en particular sólo nos estaba enseñando verborrea pedagógica paradigmática y multitransversal, en un receso hablamos entre nosotros e intercambiamos experiencias. Un profesor, ni recuerdo de qué especialidad, nos contó que usaba Google Drive en clase para hacer encuestas.

¿Google Drive? Yo nunca lo había usado, y solamente sabía que era una especie de Dropbox. Por lo visto tiene muchas opciones, y una de ellas es la creación de formularios. Haces un formulario para una encuesta tipo test, le pasas el enlace a los alumnos y ellos responden estilo Quién quiere ser millonario. Pueden hacerlo desde sus propios smartphones, desde sus tablets, da igual.

El año pasado comencé a usar una cuenta de Twitter oficial, para dar a mis alumnos información sobre prácticas, horarios, etc. Este curso voy a usarla en combinación con Google Drive. Les planteo una situación, les envío por Twitter el enlace con el formulario tipo test, ellos escogen la respuesta correcta, y en pocos segundos todos vemos los resultados. ¿A que mola? Y lo mejor de todo, sin preocuparse de sistemas operativos o compatibilidad de software.

Había oído que algunos profesores dejan a los alumnos sus smartphones en clase. No entendía por qué, y hasta ahora yo también los prohibía por eso de que interrumpen la clase, se distraen y todo eso; pero ahora veo algunas de sus ventajas. Casi todos los alumnos tienen un cacharro de esos, así que ¿por qué no convertir un problema en una herramienta?

No tengo ni idea de cómo va a funcionar la cosa, pero en el fondo no es más que una aplicación del método científico. Si funciona, a la saca; si no, a la papelera. Pero por favor, los mensajitos para luego ¿vale? Y tú, rubia, deja el WhatsApp para luego, que ahora toca sólido rígido.

PD: ¿Queréis echarme una mano? A ver si sabéis cuál es la respuesta correcta a la pregunta de la imagen que abre este artículo. Podéis responder aquí. No vale copiar.



14 Comentarios

  1. De acuerdo contigo sobre el hecho de usar los smartphones en clase. Si necesitas una herramienta para proponer cuestionarios/encuestas/preguntas en clase, obtener las respuestas inmediatas y que corra en smartphone y que ya se usa en contextos de enseñanza secundaria y bachillerato prueba con http://www.socrative.com o http://www.infuselearning.com . A diferencia de GoogleDrive son herramientas exclusivamente pensadas para trabajar la interactividad en clase con smartphone.

    Saludos.

  2. Estoy viendo las clases de cuántica de Alan Adams del MIT y mola mucho cuando después de votar dice: ahora, a convencer a vuestro compañero. Y en la segunda votación la opción buena se incrementa muchísimo.

  3. En mi centro tenemos windows en los ordenadores de las aulas (lo siento!!!) así que me postulo para recibir una donación de vuestros clickers. ;-P)
    Me parece muy buena idea pero me surgen dudas: ¿los formularios los tienes preparados de antemano, supongo, según lo que quieras consultar en cada sesión? ¿se podrá agilizar lo suficiente el procedimiento de consulta como para que no se enlentezcan las clases y nos quedemos sin tiempo? Espero con interés tus primeras impresiones cuando empieces a usarlo.

  4. La pregunta es incorrecta. Debería decir «interceptar». La patente de 【SPOILER】 es un sistema más seguro de transmisión por radio para guiarlos, no para ocultarlos.

  5. Desde luego es interesante, aunque depende de que TODOS los alumnos tengan un smartphone (ya, ya sé que parece indiscutible, pero tengo un colega que sigue con un nokia de toda la vida…). Además, las encuestas de Google son bastante accesibles, así que puede ser incluso una buena opción inclusiva para personas con discapacidad.

    Por cierto, sin googlear ni nada… Creo que has dado la respuesta al darle el nombre al JPG… Es lo que tiene leer el artículo usando un lector de pantalla xD

  6. Me ha parecido ciertamente un post interesante. Pero ojo con el comentario del Sólido Rígido; me ha parecido gracioso y poco adecuado quizás por la interpretación que se le puede dar.

  7. He dado con este artículo por Menéame. Me voy a mirar tu blog, porque como tengas muchas entradas como ésta te vas a poner en cabeza de lista de mis bookmarks. Buenísimo!

  8. En la Universidad de La Laguna (Tenerife) los utilizamos para la evaluacion de profesores y ocasionalmente alguno se anima a hacer algún test, pero al menos en las facultades de Informática, física y matemáticas pocas veces aparecen en las aulas. Y ciertamente, menudo despropósito haber invertido dinero en algo sin averiguar si podrá utilizarse…

  9. ¿Y por qué no hacer del problema una oportunidad y dejarle alguno de los cacharritos a algún estudiante de informática para que lo «haga funcionar» en linux como proyecto de fin de carrera? Hay mucho bestia suelto por ahí y al final esos trastos van todos con ceros y unos.

  10. ¿Donde estan los profesores como tu? en mi universidad solo hay amargaos sin sentido comun. Que si no les apetece no te corrigen respuestas y luego te ponen un CERO! Nos ha jodido, si se niegan a corregir respuestas ¿como se hace aqui para aprobar!!??

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Por Arturo Quirantes, publicado el 6 septiembre, 2014
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