Chapuzas en la Universidad de Vigo

Por Arturo Quirantes, el 29 julio, 2011. Categoría(s): Propiedad intelectual ✎ 15

Plagio

Ayer mismo, mis hijos estaban viendo Inspector Gadget. El malo malísimo entra en el laboratorio del profesor bueno, le roba su invento y lo deja muerto.  Como no tiene bastante, contrata a la hija (la pitufina de turno) para entrar en sus archivos y robarle su investigación.  Es un ejemplo descarado, pero en otras películas se introduce ese tópico: el del investigador (por lo general, un jefe o un trepa) que considera el golpe bajo como la única forma de progresar.  A veces se trata de redirigir fondos, obtener recursos de forma no autorizada (algo que también hacen los típicos científicos inconformistas del cine), y otras veces de «inspirarse» en exceso del trabajo de otros.  O, sencillamente, de aprovecharse del trabajo ajeno para ponerse la medalla.

Hoy, Francis nos ha regalado un estupendo artículo en Amazing («La culpa siempre la tiene el becario«) en el que ilustra un caso de «mala praxis» en la Universidad.  Imagino que lo llaman «mala praxis» para evitarse querellas por calumnias, pero la cosa queda clara desde el principio.

El caso completo está en ese artículo de Francis y en este otro, pero se lo voy a resumir yo.  Un grupo de investigadores de la Universidad de Vigo (en Orense), dirigidos por el catedrático Juan Carlos Mejuto (del Departamento de Física Química), publicó en 2010 dos artículos en la revista Journal of Chemical and Engineering Data (de la Sociedad Americana de Física). Nada que objetar hasta aquí.  El problema surge cuando alguien se da cuenta de que partes de esos artículos, concretamente el resumen inicial («abstract») y el extenso párrafo inicial coinciden, palabra por palabra, con los de otros artículos publicados con anterioridad por investigadores chinos. También coinciden cinco referencias bibliográficas, en el mismo orden.

Al destaparse el escándalo, la Universidad de Vigo creó una comisión de investigación. Tras cuatro meses, su conclusión fue que los investigadores son inocentes. La versión oficial de éstos es que se equivocaron y enviaron un borrador anterior, pero no tenían intención de plagiar.  Alegaron también problemas con el idioma, haber sido víctimas de un linchamiento, y al final le echaron la culpa a un becario.  La revista, por su parte, ha tomado cartas en el asunto, y los dos artículos de Vigo aparecen en la versión digital con un rótulo en rojo que dice «retirado por publicación duplicada, partes significativas de este trabajo ya han sido publicadas por otros autores»

Como investigador científico, estoy al tanto de los pasos que se dan a la hora de publicar artículos, así que permítanme dar mi opinión técnica al respecto.  Tan sólo espero que, al terminar, los autores no decidan ponerme en su lista negra.  Este mundillo es pequeño, y nunca sabes cuándo necesitarás un favor o te encontrarás con un compañero vengativo.  Pero no me hice científico para ocultar vergüenzas, así que ahí vamos.

 

1) SOBRE EL «COPYPASTE» DE INFORMACIÓN

El uso de datos y resultados conseguidos por otros investigadores es algo habitual en ciencia.  Se ha de cumplir, eso sí, que sean una parte pequeña del nuevo artículo, que no se hagan pasar por propios y que se cite claramente autor y procedencia.

Una cosa muy distinta es el resumen, o «abstract.»  Se trata de un párrafo introductorio en el que los autores dicen qué hacen, qué han conseguido y qué conclusiones básicas se obtienen.  Es algo muy particular del artículo, porque raramente dos «papers» usan exactamente los mismos métodos, teorías, aparatos y llegan a las mismas conclusiones.  Usar un «abstract» de otro artículo es tan raro como intentar usar un DNI ajeno en el banco y pretenderlo pasar por propio.

Algo similar sucede con el párrafo inicial.  Ahí, los autores comienzan a explicar su motivación: por qué hay un problema, qué importancia tiene, qué se ha hecho por parte de otros autores.  Cuando uno hace una investigación similar a la de otro autor, tiene tendencia a «inspirarse» en él, pero sólo a efectos generales.  No es aceptable que se use, tal cual, ni un sólo párrafo, ni siquiera una línea.  Puedes cambiar el orden, usar tus propias palabras, incluir tus ideas, pero nada de copiar y pegar.

Podemos, en principio, suponer que un autor ha copypasteado el resumen y párrafo inicial de otro autor a efectos de inspiración inicial, para posteriormente modificarlo y transformarlo.  Pero eso solamente hubiera durado la fase inicial.  En cuanto el autor comience a verter sus ideas en el artículo, el copypasteado inicial desaparece.  Como mínimo, habría una profunda re-estructuración del resumen y el párrafo inicial.  Pero en este caso no es así.  Y ni siquiera podemos achacarlo al despiste, porque el párrafo inicial de Vigo es igual al de los investigadores chinos, salvo por la última línea.  Alguien se molesta en escribir dos largos párrafos, palabra por palabra, luego le añade una línea de su propia cosecha, ¿y se supone que es un error?  En teoría es posible, que todos somos humanos.  Pero me resulta extraño que un investigador experimentado, incluso un becario recién puesto a la tarea, cometa tal falta.

 

2) SOBRE LA REVISIÓN POR PARTE DEL GRUPO

Digamos que concedemos el beneficio de la duda.  El becario ha sido particularmente patoso, o bien el catedrático estaba muy atareado y tenía el típico síndrome de profesor despistado.  Pero los investigadores del artículo eran seis.  Cuando uno envía un artículo a publicar, lo habitual es que envíe una copia a todos los demás.  De hecho, se supone que los co-autores ya conocen el artículo, puesto que han colaborado en él.  Vale, puede que a alguno lo hayan puesto por la cara, pero los otros han participado en su elaboración.  Los artículos llevan varios firmantes porque una sola persona no puede hacer todo el trabajo.  Sólo en las películas el investigador desarrolla la teoría, busca la bibliografía, hace el experimento, procesa los datos y escribe el «paper.»  La vida real tampoco es como en El Núcleo, donde el protagonista les da cuatro órdenes a sus becarios, prometiéndoles un doctorado directo (¡ni en España llegamos a eso!) y en pocos días tienes la solución.  Cada artículo tiene mucho trabajo, y es por tanto un elemento valioso que hay que cuidar.

Eso significa que otras cinco personas recibieron copia del borrador (no siempre se hace así, pero es lo habitual).  Y alguien debería haber caído en la cuenta de que el resumen+introducción del borrador era idéntico al de otro artículo, el del investigador chino, que por ser de la misma temática debería ser conocido por ellos.  Todos tenemos encima de la mesa artículos de gente que hace lo mismo que nosotros, y el resumen aparece siempre en la primera página, en negrita y separado del resto del texto.  ¿A nadie le sonaba el resumen del nuevo artículo?  De nuevo, posible, pero difícil de creer en un buen grupo de investigadores.

Pero sigamos con el beneficio de la duda.  Supongamos que, como es un mero borrador sin garantía de ser aceptado, aún no se han repartido copias a los compañeros. Sigamos, pues.

 

3) SOBRE EL ENVÍO DEL BORRADOR Y SU PROCESAMIENTO

De acuerdo, el artículo ya ha sido enviado, probablemente de forma electrónica (word, openoffice o PDF).  Los autores afirman que, por error, habían enviado un borrador anterior.  Lo siento, pero eso me resulta muy difícil de tragar.  Antes de enviar un artículo, los firmantes (o, como mínimo, el autor principal) lo revisan de arriba abajo.  A nadie le gusta ver publicado un artículo propio con fallos o erratas, y además saben que las personas que van a revisar el artículo (censores, o «referees») lo van a mirar con lupa y sacarte hasta el último error tipográfico. Eso hace que todos pongamos un celo extremo a la hora de revisar lo que vamos a enviar.  De nuevo, todos cometemos errores (yo el primero), pero si hemos hecho bien nuestro trabajo, no serán muchos y podrán corregirse en la versión definitiva.

Ahora bien, cualquier persona con dos dedos de frente sabe distinguir un borrador inicial del artículo definitivo.  Es tan sencillo como hacer dos copias, y rotularlas «borrador inicial.odt» y «copia definitiva.odt.»  Para distinguirlos sin siquiera abrirlos, basta con ver la fecha de ambos: el último en ser modificado es evidentemente el definitivo.  En el caso de que estemos lo bastante tontos como para enviar el que no es, basta con enviar luego el artículo bueno con una nota de «perdón, nos hemos equivocado, aquí está el artículo bueno.»

En cualquier caso, cuando el artículo haya sido revisado, será devuelto al autor con las indicaciones pertinentes.  Si ha hecho bien su trabajo, lo normal es que el artículo se acepte.  Eso sí, se advertirá al autor de pequeños fallos, quizá se le pida explicar mejor tal o cual paso.  Si el «referee» estuvo lo bastante espabilado, quizá incluso detectó el «fallo,» en cuyo caso hubiera exigido explicaciones tajantes al grupo antes de autorizar su publicación.  Puesto que el artículo fue aceptado y posteriormente publicado, me inclino a pensar que el «fallo» no fue detectado por el «referee» en este punto.

Si el autor principal no ha enviado todavía el borrador a sus compañeros, ahora es el momento.  Hasta ayer, se trataba de un borrador que no se sabía si iba a ser aceptado.  Pero ahora es un artículo aceptado (quizá a la espera de modificaciones, pero aceptado), y en cualquier curriculum puede ya aparecer como «accepted for publication.»  Así que en este punto, todos los autores tienen una copia.  ¿Ninguno lo revisó?  ¿Nadie cayó en la cuenta de que había dos párrafos vitales idénticos a los de otro artículo?

Y lo más importante: si, por un extraordinario cúmulo de circunstancias, todos los autores estuvieron bajo una especie de hechizo hipnótico y nadie se dio cuenta del error, ¿cómo se explica que sucediese en dos ocasiones distintas?  Antes me creería que les tocó la lotería de Fabra dos veces.

 

4) SOBRE EL DESCUBRIMIENTO DEL ERROR

El artículo ya está publicado.  Los autores están felices, ya tienen una pieza más para el curriculum.  Si ha habido plagio, quizá piensen que se han salido con la suya.  Craso error.  Los publicaciones que han hecho las leerán multitud de científicos de todo el mundo, incluidos los propios autores originales copypasteados.  Tarde o temprano, alguno se dará cuenta del «error», y tiendo a pensar que fue más temprano que tarde. En efecto, el artículo fue publicado en noviembre de 2010, y a los dos meses aparecía como «retirado» en la web de la revista.

Podéis imaginaros el daño que eso hace a la reputación de los autores, de su Universidad … y del Ministerio de Educación, que aparecía en los agradecimientos finales.  Por eso, lo primero que la revista habrá hecho es advertir a los autores del problema, exigiendo una explicación rápida y convincente.

Por desgracia, dicha explicación brilla por su ausencia. El investigador principal, en declaraciones al diario El País reconoce ser un «chapucero, pero no un tramposo», afirma que se trata de «un error, no un plagio» y que en ningún momento hubo intención de violar las normas éticas. Sobre el proceso de publicación, afirma que se utilizaron los primeros párrafos de los artículos de los chinos para redactar los propios trabajos (se aducen dificultades de escribir en inglés) y por error se enviaron a la revista los ficheros previos y no los de los artículos definitivos. Luego se publicaron y ninguno de los seis firmantes volvió a mirar esos trabajos suyos ni alertó del error, hasta que la revista se puso en contacto con Mejuto [el investigador principal].

¡Toma ya!  Así que un grupo científico con pretendida proyección internacional reconoce usar el trabajo de otros porque ellos tenían problemas para escribir en inglés. Y convierten el proceso de publicación en una especie de «yo lo envío, y a otra cosa mariposa.» A estas alturas yo no voy a llamarle mentiroso, más que nada porque no quiero querellas.  Pero, si han seguido mi argumentación hasta ahora, habrán visto que la publicación de un artículo científico es un proceso en etapas, donde todos colaboran y revisan.  El propio cronista de El País afirma con cierto tacto [mis negrillas]:

Los artículos científicos, esenciales para el currículo de un investigador, antes de ser publicados son revisados por especialistas de la materia que dictaminan sobre si es un trabajo novedoso, importante y si está correctamente realizado. Los autores son muy cuidadosos con los artículos que envían a publicar. El caso de la Universidad de Vigo, en el que no se repasa el trabajo, se confunden ficheros informáticos de la versión definitiva y los borradores y luego ninguno de los seis autores vuelve a mirar los trabajos publicados en una revista de la Sociedad Americana de Química, resulta insólito.

No puedo estar más de acuerdo. En mi humilde opinión, eso de enviar un borrador malo por error, y luego no volver a mirar esos trabajos suyos, o es tan auténtico como un euro de cartón, o demuestra una falta de profesionalidad de primera magnitud.  Alguien que publica así no debería enseñar, ni investigar, en una Universidad DE NINGÚN PAÍS DEL MUNDO.

 

5) SOBRE LA REACCIÓN DE LAS AUTORIDADES COMPETENTES

Nadie parece reconocer que la ha cagado.  El investigador principal, al responder a la revista, reconoce que hubo un error (se niega a llamarlo plagio), afirma que no hubo intención de apropiación de ideas, y reconoce la gravedad de los errores.  En sus declaraciones a El País, lo achaca a «una política de acoso y derribo» por parte de terceros no identificados.

Una comisión de investigación, creada por la Universidad a instancias de uno de los Decanos (a insistencia, debiéramos decir) concluye, cuatro meses después de su creación, que no hubo plagio.  Tan sólo hubo «reproducción de parte del texto de los dos artículos en en resumen introductorio o abstract.»  Afirman asimismo que el resto del artículo es original y no plagiado (lo que, por otra parte, nadie negó en ningún momento).   Pero no hubo «ánimo de plagiar nada,» tan sólo una «duplicidad en el abstract.»  Nadie ha sido sancionado ni castigado sin postre.

[En este punto, me voy al Diccionario de la Real Academia, donde se afirma que plagiar es «Copiar en lo fundamental obras ajenas, dándolas como propias.»  El abstract y el párrafo inicial, aun sin ser la parte principal del artículo, son bastante importantes.  Que sean fundamentales o no es algo discutible; pero, a lo que yo veo, sí hubo copia de partes importantes de obras ajenas para hacerlas pasar por propias]

Es decir, la típica defensa cuando en España pillan a alguien con las manos en la masa: no ha sido culpa nuestra, no hubo intención de hacer nada malo, es todo una campaña orquestada por una mano negra.  Nunca hay culpables, nunca hay responsables … a condición de que les perdonemos como hijos pródigos que vuelven al hogar.  Parece que lo importante no es lo que hagas, sino el buen rollo que tengas cuando lo hagas.  Si no hay intención de, o constancia de, pues no pasa nada, hombre, a tomarnos unos chatos, que aquí no ha pasado nada.

Sin embargo, en países más serios no se tragan esas tonterías.  Allí, no interesa tanto quién está equivocado (who is wrong), sino qué se ha hecho mal (what is wrong).  La revista lo único que ve es un artículo que lleva partes de otros, sin permiso ni cita, así que ha cortado por lo sano: ambos artículos de Vigo han sido retirados (aparecen en la revista, pero con un claro «withdrawn» en letras rojas que deja claro a todo el mundo lo que pasa), y los autores tiene prohibido publicar allí durante dos años.

Este caso es muy perjudicial para la ciencia española.  El hecho de copypastear alegremente ya es de por sí una indicación de trabajo poco profesional, como poco.  La ausencia de excusas satisfactorias lo empeora (si se tratase de un error honrado, no se habría retirado el artículo).  Y el hecho de que todos los responsables miren hacia otro lado o se limiten a decir que todos nos equivocamos y que no castiguemos a esos pobres chicos envía un claro mensaje al mundo: ojo con lo que publican los españoles.  A partir de ahora, todos los investigadores españoles estaremos bajo sospecha, y nos veremos obligados a trabajar aún más duro para publicar nuestros resultados. Y lo peor, para hacer que nuestros pares de otros países se los crean.

El respeto tarda mucho en conseguirse, y muy poco en perderse.  La Universidad de Vigo lo ha despilfarrado.  Pero tranquilos, que no había mala intención.



15 Comentarios

  1. Gran artículo, vengo desde Amazings y me gusta mucho como has explicado todo el proceso de publicación de un trabajo. Para los que no andamos muy diestros en la materia ya nos sonó raro las excusas que dieron por su parte los de la universidad de Vigo, después de leer esto más raro todavía.

    En cualquier caso es lamentable, y mi reflexión es la siguiente, si voy a firmar algo (con lo que pretendo añadir unas líneas al Curriculum) aunque a penas hayamos hecho nada en ese trabajo, tal vez sólo porque compartimos despacho, o porque una vez dejé a un colega firmar otro trabajo, o la razón que sea… (que es una pena que muchas veces ocurra) ¿no deberíamos como mínimo hacer una lectura de lo que estamos firmando? ¿No nos preocupa nuestro «Nombre» en absoluto?.

    Y para terminar, esto me recuerda a un episodio de la política local de dónde soy, Tenerife. Una consejal de unos de los partidos del ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, lee un informe en respuesta a su colega de oposición: «Qué edificios de la ciudad capitalina estan siendo explotados/usados por alguna ONG», a lo que responde leyendo dicho informe algo así como «No nos consta que haya ningún edificio público en uso por ninguna asociación que responda al nombre de ONG», salió en la tele, en algún periódico local, … pero lo gracioso de la historia es que dicha consejal no sé si fue en el momento, o más tarde declaró que fue culpa del funcionario que redactó dicho informe, por lo que podemos entender que ni siquiera lo miró por encima antes de leerlo… pero bueno, sólo era para ilustrar lo de que en España, no importa el error, importa quién lo cometió.

  2. Igualmente vengo de leer la entrada de Francis en Amazings y me da la sensación, sobre el fondo del asunto, aquello de «si cuela, cuela» o si «t´an pillao con la mano en el carrito del helao» se mira hacia otra parte… penoso. Creía que la Universidad española era más seria, al igual que los políticos.

    Y en la referencia al respeto, permítame que añada otra: «El honor, al igual que la virginidad, sólo se pierde una vez…».

  3. Hombre, yo redacto a menudo artículos científicos y las cosas no son tan cruentas como tú lo planteas. Es una chapuza el utilizar un artículo de ¡¡chinos!! para orientarse con el inglés, pero no sería la primera vez que se publican artículos muy parecidos a otros anteriores (en varias ocasiones he visto artículos «calcados» de publicaciones anteriores mías). Respecto a lo de que el abstract te suene… encima de las mesas de mi despacho hay pilas de artículos, cientos de ellos, y me suenan conclusiones, ideas, algún dato, pero nunca el abstract. El equivocarse en la versión que envías… pues es una metedura de pata de graves consecuencias, especialmente en este caso, pero no sería la primera vez, ni la última, que tú o que yo tenemos un error renombrando un artículo, copiándolo, etc… Cuando envías un paper, como bien sabes, te encuentras con una aplicación online que muchas veces no conoces hasta que te enfrentas al momento de enviarlo, que si todo en un fichero, que si las figuras por separado, que si las tablas también, etc… esto a veces mete prisas que puede causar errores… Por último, la definición de plagio del RAE habla de copiar en lo substancial, y por más que intentes decir lo contrario, lo substancial de un artículo son sus datos y conclusiones, no un resumen o parte de la introducción. Creo que pecas de exceso de sensacionalismo.

  4. ¡Gracias por el escrito! Aclara muchos puntos del caso para los que sabemos más o menos como funcionan las publicaciones en revistas arbitradas y explica bien el panorama para el neófito. Gracias.
    Hay un punto que me queda dando vuelta acerca de lo ocurrido. Podemos entender que al primer autor (OJO: Que becario no se entienda como «polluelo recién salido del cascarón»; no podemos justificar el error con su situación laboral) se le haya traspapelado la versión final enviando un borrador…podemos suponer que los coautores (vehementemente) no leyeron los borradores o el artículo enviado porque confiaban (?) ciegamente en el becario…pero que a los controles existentes en la revista se les haya colado un artículo con resumen y párrafo de la introducción copiados, es extraño.
    Es decir, que un árbitro (quien se supone que trabaja o conoce del tema del artículo), un editor y un editor en jefe no hayan visto el error es un detalle del asunto que me llama mucho la atención no haya sido mencionado.
    Y de esto, aparece la sutil pregunta de por qué el «Consejo de Vigo» no han mencionado responsabilidades por parte de la revista….o será que existe una «Jerarquía de la Acusación»???…. 🙂

  5. Dirijo un grupo de investigación y he pasado por unos cuantos y conozo como funcionan. Es habitual que, cuando se toma la decisión de escribir un artículo, a qué revista enviarla, quienes van a firmarlo, etc… el primer borrador lo escriba «el becario», o algún postdoc, siendo menos habitual que lo haga el catedrático o el I.P. del grupo. Desde este punto de vista, y criticando totalmente el atajo de utilizar artículos publicados como una especie de «plantilla» para ahorrarte trabajo o para que la máquina de churros funcione más rápidamente, parece factible que pueda cometerse un error, un error que sería tan «sencillo» como subir a la web de la revista el fichero que no es (en mi caso, suelo nombrar los diferentes borradores con un número: Ana Gonzalez JCED2011-1.doc, Ana Gonzalez JCED2011-2.doc, Ana Gonzalez JCED2011-3.doc, etc y la confusión sería muy probable, de hecho, tengo la costumbre de previamente cambiar el nombre del fichero definitivo para evitar este tipo de confusiones). La culpa es evidentemente de los autores, o posiblemente de los autores que se ocuparon del artículo (el resto de ellos tendrá la culpa de aparecer en un artículo en el que no hicieron nada). Pero una vez llega a la revista (que en este caso se jacta de ser «una de las cuatro más importantes de su campo», algo que, sinceramente, no creo que sea cierto) se coló perfectamente. Puede ser que no detecten los párrafos literales (algo que algunas revistas hacen actualmente es utilizar robots de búsqueda para comparar el manuscrito con artículos ya publicados), obviamente no lo detectarán los censores (es imposible conocer o revisar miles de abstracts o artículos para ver un posible plagio, el proceso de censura pasaría de días o semanas a meses o años) pero… y aquí está para mí la gran culpa de la revista… el abstract era literalmente el de los chinos, y no correspondía con el del artículo en sí… ¿no se dio cuenta el editor cuando vio el artículo? ¿los censores que aceptaron censar ese artículo -esta aceptación suele hacerse conociendo solamente el abstract- no detectaron, ninguno de ellos, que no había correspondencia entre abstract y artículo? Es que si la revista hubiera actuado con un mínimo de celo, algo que se le presupone a una revista de este nivel, el caso no habría ido más allá, los autores pedirían disculpas, enviarían el fichero correcto (de existir y permitírselo el editor) y santas pascuas.

    Para mí, la revista tiene mucha culpa, evidentemente. ¿El plagio? Para mí plagio es lo de Woo Suk Hwang, intentando hacer pasar por reales datos inventados (que le podrían haber proporcionado hasta el Nobel), no me parece tanto plagio, o al menos intención de plagio, el tener un abstract y parte de la introducción copiada, me hago una pregunta «judicial», ¿qué ganan los autores con un abstract copiado que no se corresponde con el artículo????

  6. La revisión de un artículo para publicación en una revista médica suele hacerse por el método «peer review» o revisión por tus pares, por tus iguales. El editor selecciona entre los consultores de la revista al menos a tres con experiencia en el campo en cuestión y les remite el artículo, anonimizado. Con las opiniones de los tres toma una decisión definitiva sobre si publicar, solicitar modificaciones o rechazar. Se supone que es difícil que a tres personas diferentes se les pase una situación como la que describes: difícil, pero no imposible. Los consultores se eligen por ser expertos en su campo, y disponen de varios días para examinar el artículo y documentarse si fuera preciso para decidir si aceptan la revisión, si la declinan o si proponen a otro experto que pueda hacer el trabajo.
    Una vez tomada la decisión por parte del editor de publicar o no se informa de ella a los consultores para que conozcan también la opinión de sus colegas consultados.
    El consultor no cobra por su trabajo: se considera un honor que te elijan y dedicas tu tiempo con gusto porque estás aprendiendo con cada artículo que examinas, porque tienes el privilegio de enterarte antes que nadie (aunque tienes la obligación de guardar silencio hasta que se publique) y porque estás contribuyendo a mantener la calidad del conocimiento científico. Puedes, además, hacer sugerencias a los autores.
    De los varios fallos que ha tenido la cadena de esta publicación me resulta especialmente doloroso e incomprensible el de la revisión del manuscrito (por utilizar la terminología antigua): el daño es para la credibilidad de todos, incluida la política editorial de la revista, y mucho más porque se refiere al abstrac y a la introducción, que es lo siempre se lee… y con la premura de tiempo que todos padecemos, a veces es lo único que se lee.

  7. Aunque ya no me dedico a la física profesionalmente, mi marido sí lo hace y tu artículo es una de las explicaciones más claras, a prueba de profanos, que he visto del asunto.

    Coincido con algunos de los comentaristas en que la revista tiene mucha culpa en este entuerto. Sin embargo, lo que me parece más grave es lo que queda al descubierto entre líneas: el becario hace un trabajo del que se beneficia el investigador principal, que no lo revisa, de modo que cuando sale bien gana y cuando sale mal, no pierde. Todos los que eestamos en este negocio sabemos que es así, pero en este caso era la cabeza del investigador principal la que debía ir en la bandeja.

    Eso sí, no estoy de acuerdo con uno de los Anónimos: es cierto que es posible confundirse con los diferentes sistemas de envío, pero considerando que los autores no tenían dificultades para escribir en inglés, me resulta muy, muy curioso que se hayan despreocupado tanto como para que nadie notara que la versión definitiva no era la enviada.

  8. Hay otro blog que se hace eco del «caso de los plagios chinos» en la Facultad de Ciencias de Ourense (de la Univ. de Vigo). Es de un catedrático de Derecho de la Universidad de León. Aquí van los enlaces:
    http://garciamado.blogspot.com/2011/12/del-plagio-al-premio-o-de-como-acabo.html
    http://garciamado.blogspot.com/2011/12/rectores-y-universidades.html

    El tema parecía que había muerto, pero con la jeta impresionante de dos de los «Mejuto-boys» de presentarse al Premio
    Extraordinario de Doctorado 2011 (tras habérseles retirado en 2011 dos artículos de la revista Journal of Chemical and Engineering Data), el escándalo ha resucitado. La Universidad de Vigo ha decidido conceder el Premio Extraordinario de Doctorado 2011 (Ciencias) al primer autor de los dos artículos retirados por plagio, Gonzalo Astray Dopazo, cuya tesis es, además, la mejor de todas (según ha determinado una «comisión de evaluación» de esa lamentable universidad).

    Y aquí hay una «carta abierta al rector» enviada por el catedrático de Ingeniería Química
    Juan Carlos Parajó en la cual [1] defiende a capa y espada a Mejuto y a su «tropa de plagiachinos» y [2] amenaza claramente al rector de la UVIGO (Salustiano Mato de la Iglesia) y a su equipo de gobierno con «tirar de la manta» si se toma algún tipo de represalia contra Mejuto:

    http://www.corruptio.com/web/expuvigoparajo/carta_de_parajo.pdf

    A la vista de esto, y dada la situación de crisis económica en la que estamos (y de la que no vamos a salir en mucho tiempo), me tomo la libertad de sugerir en este foro la disolución de la Universidad de Vigo y la investigación hasta sus últimas consecuencias de este caso de fraude científico (que seguro que no es el único que ha habido) y de amenazas al equipo rectoral con «tirar de la manta».

    El Mundo informa de esto en un excelente artículo de Juanjo Becerra (21 diciembre 2011, sección Campus):
    http://www.youkioske.com/prensa-espanola/gu-campus-el-mundo-21-diciembre-2011-/

    1. Después de tanto tiempo, pero como leo esto aún ahora, solo voy a comentar este párrafo:

      «A la vista de esto, y dada la situación de crisis económica en la que estamos (y de la que no vamos a salir en mucho tiempo), me tomo la libertad de sugerir en este foro la disolución de la Universidad de Vigo y la investigación hasta sus últimas consecuencias de este caso de fraude científico (que seguro que no es el único que ha habido) y de amenazas al equipo rectoral con “tirar de la manta”.»

      ¿Qué pasa con el resto de facultades, de carreras que se imparten en dicha universidad, del resto de profesores y grupos de investigación y de todos los alumnos que estudian en dicha universidad?

      ¿Sólo por este caso hay que cerrar la universidad y causar un prejuicio a todos aquellos ajenos a la causa?

Deja un comentario

Por Arturo Quirantes, publicado el 29 julio, 2011
Categoría(s): Propiedad intelectual
Etiqueta(s): ,