Hace unos días estaba viendo Órbita Laika, una actividad llevadera ahora que a) el horario no se lo pone el enemigo y b) Goyo Jiménez se toma el valium en tortilla. El comienzo fue sorprendente: según algunos estudios científicos, las bacterias crecen más en presencia de música.
Me picó la curiosidad, no tanto por lo sorprendente de la afirmación sino por la seriedad con que la comunicaron, y apenas terminó la emisión saqué el pajarito (el de Twitter, mal pensados) y pedí al programa referencias científicas. En cuestión de segundos me enviaron dos (uno y dos). El primero (“Effects of sound exposure on the growth and intracellular macromolecular synthesis of E. coli k-12”) es de un grupo chino, en tanto que el segundo (“Effect of audible sound in form of music on microbial growth and production of certain important metabolites”) fue llevado a cabo por investigadores indios.
En el estudio chino se examina el comportamiento de la bacteria E. coli K-12 cuando se le somete a tonos de sonido con diversa frecuencia, potencia e intensidad, y lo comparan con el de un grupo de control no sometido a sonido. En el primer experimento, cuando mantienen la potencia sonora constante, se aprecia un aumento tanto en la cantidad de biomasa creada como en el parámetro μ, la tasa de crecimiento específica, que indica el crecimiento porcentual de masa por unidad de tiempo. Veamos los resultados para diferentes frecuencias (la escala izquierda es para la biomasa, la derecha para μ):
Fíjense en las barras verticales grises, correspondientes a la desviación estándar (DE). Como cada punto (cuadrado o círculo) representa el promedio de tres medidas, la DE es bastante grande en algunos casos, lo que muestra bastante variabilidad. Me hubiera gustado que los chinos hubiesen hecho más mediciones para que el valor medio fuese más fiable.
El resto del artículo se realizó fijando la frecuencia sonora a 8 KHz, aunque no indican por qué, y la verdad es que compadezco a las bacterias: es un chirrido agudo de lo más desagradable (compruébelo). Midieron la cantidad de biomasa y la tasa de crecimiento específica, y la relacionaron tanto con la potencia como con la intensidad sonoras.
Aquí tengo un problema: no entiendo las gráficas. La potencia sonora P está relacionada con la intensidad sonora I mediante la relación P=IA, donde A es la superficie, así que ambas gráficas deberían ser proporcionales; salvo que la superficie A varíe, y en el artículo no hay información sobre A ni sobre por qué varía. Creo que hay algo que se me escapa. En cualquier caso, vuelve a ser notable el hecho de que los datos indican un aumento respecto al grupo de control. Parece que a la E. coli K-12 le gusta el sonido.
También parece que el sonido aumenta la producción de proteína intracelular y ARN, aunque solamente durante las primeras 12 horas (después los datos de control y de sonido son similares dentro de sus márgenes de error). Incluso parece que las bacterias crecen más grandes, pero eso no me lo trago del todo. El motivo es que los datos tienen mucha incertidumbre. La longitud media de las bacterias es:
1,882 ± 0,375 micras (control)
2,060 ± 0,485 micras (sonido a 80 dB)
2,395 ± 0,904 micras (sonido a 100 dB)
Como pueden ver, los resultados se indican hasta la milésima cuando las cotas de error son del orden de la décima. Esto me irrita sobremanera cuando un alumno me lo hace en un informe de prácticas, y no me parece adecuado. Si los autores hubiesen redondeado correctamente, los resultados serían:
Entre 1,5 y 2,3 micras (control)
Entre 1,6 y 2,6 micras (sonido a 80 dB)
Entre 1,5 y 3,3 micras (sonido a 100 dB)
Lo que suena muy diferente, a saber: que dentro de los límites de incertidumbre experimental, las tres mediciones dan resultados idénticos. Entiendo que sea aburrido medir longitudes de bacteria en una fotografía, pero sólo fueron cien por medición, no es una tarea de chinos (badúm chasss).
¿Qué pasa con el artículo indio? Pues es mucho más divertido, porque para empezar no utilizan tonos de sonido. No, ellos son más imaginativos: ¡usaron música clásica india! La llamada “Raag Kirwani” engloba un rango de frecuencias de entre 38 y 689 HZ, según los autores (bastante más grave que los irritantes 8000 Hz de los chinos), y fue aplicada a seis tipos diferentes de organismos además de tener una medición de control.
Como en el caso anterior, también aquí las mediciones se hicieron tres veces, aunque los indios obtuvieron tasas de error estadístico mucho menores. También ellos juegan mucho con las cifras decimales, poniendo más de las debidas, pero seré generoso en eso. Cuando comparamos los datos obtenemos las siguientes variaciones respecto al grupo de control:
Chlorobacterium violaceum: +40%
Serratia marcescens: -8%
Staphylococcus aureus: +9%
Streptococcus pyogens: +25%
Saccharomyces cerevisiae: +3%
Candida albicans: +10%
Además de ello, algunas de estas bacterias producen compuestos medibles. Cuando está sometida a música india C. violaceum produce un 66% más de violaceína y S. cerevisiae aumenta su producción de alcohol en un 15%; por el contrario, S. marcescens produce un 16% menos de prodigiosina.
Más sorpresas: la música aumenta el efecto de los antibióticos. El uso de estreptomicina o anfotericina (sobre bacterias o levadura, respectivamente) en presencia de música conlleva un aumento en la susceptibilidad de los organismos que va del 4% (S. cerevisiae) al 19% (S. pyogenes).
En ambos estudios se intenta dar una explicación al fenómeno observado. A mí, sinceramente, me parece sorprendente que unas ondas sonoras cuya longitud de onda se mide en centímetros (y aún en metros) pueden influir mecánicamente sobre objetos miles de veces más pequeños; pero al parecer, es posible. Tanto los autores chinos como los indios hacen referencia a los llamados canales mecanosensibles, proteínas (según la Wikipedia) capaces de responder a estímulos mecánicos externos como las ondas de sonido. Por supuesto, todos son lo bastante prudentes para advertir de que el mecanismo que lleva de la estimulación sonora al aumento del crecimiento es aún desconocido.
Hay un conjunto de detalles en ambos artículos que no me dejan buen sabor de boca. Hubiera preferido, por ejemplo, ver más experimentos en lugar de solamente tres por caso; y ojalá el redondeo estuviese mejor eso. No obstante, eso no descalifica los artículos, ya que muestran un efecto basado (o potencialmente basado) en un mecanismo físico aceptado.
Si se confirmase, los resultados podrían ser de mucha utilidad. Sólo con que la música (u otro tipo de sonido) aumentase la eficacia de los antibióticos unos puntos porcentuales ya valdría la pena; por no hablar del aumento en el rendimiento de la producción de alcohol y otras sustancias útiles para nosotros. En el apartado negativo, nos espera una avalancha de nuevos productos de alimentación y cosmética con propiedades basadas en música. Tendremos leche Mozart, bacalao tratado con música bakalao, antiarrugas Beatles… la que nos espera.
Supongo que tiene cierto sentido, el sonido es una forma de energía cinética, así que en el interior de la célula todo tendría un movimiento browniano mayor, lo cual supone por un lado un poco más de energía térmica disponible para agilizar las reacciones químicas, pero puede que incluso sea más importante el hecho de que los componentes «vibren» más en el medio, porque así se «prueban» más configuraciones por segundo y es más probable que, por azar, se unan dos reactivos.
Así como se han realizado experimentos con las bacterias , se habrán hecho con los virus , con frecuencias bajas u ondas de choque ? Sabemos que el tamaño de los virus es en pequeñez millonésimas mas microscópico .. pero tal investigación puede ser un punto de partida para combatir los virus también … Quizás el sonido por su tamaño de onda pareciese que no pudiese influir en la vida microscópica , pero puede realizar un cambio de energía que no conocemos aparte de modificar la temperatura quizás el ambiente alrededor de estos tipos de vida se vuelve o más factible o letal …muy interesante el artículo .
Una razón más para recomendar silencio donde haya enfermos infecciosos. Para no animar a las bachterias.
A mi me parece lógico que una agitación como el sonido acelere las reacciones bioquímicas. Como las sustancias de distinta masa ofrecerán distinta inercia ante las vibraciones, pienso que se moverán entre sí, dando más posibilidades de combinarse (o de desligarse).
Me pareció entender que era al contrario que el efecto de los antibioticos es mayor.
A ver si va a ser que la baja tasa de infecciones no es por la asepsia sino porque los cirujanos escuchan «salsa» mientras operan?…
…guisantes Metallica 🙂
https://www.youtube.com/watch?v=FhsbM9LxPAk
La diferencia de masa entre las sustancias y objetos del citoplasma podrían hacer que al agitarse por el sonido el agua en que flotan, los objetos más pesados, por ejemplo los ribosomas, tardasen en adquirir la velocidad del medio, que circularía en torno a ellos transportando reactivos. En poco tiempo la resistencia al flujo igualaría su velocidad con el medio. Como el sonido es una serie de presiones y depresiones que se alternan, cuando se igualasen las velocidades por una presión, la depresión siguiente daría un nuevo impulso.
En cuanto al efecto de la frecuencia sobre un catalizador, quizá ocurra lo siguiente:
– Si la frecuencia es baja, como se producen pocos desplazamientos por segundo. En cada semionda da tiempo a que el catalizador iguale su velocidad a la del medio y hay un tiempo de reposo, así que el efecto es pequeño porque ocurre pocas veces por segundo.
– Si la frecuencia es grande, cada desplazamiento es muy pequeño, porque cada semionda anula el desplazamiento en sentido contrario producido por la anterior, mucho antes de que el catalizador iguale su velocidad con el medio. El desplazamiento medio sería cási el mismo que el del movimiento browniano, por tanto también tiene poco efecto.
– En torno a una frecuencia determinada, el catalizador, en cada semiciclo podría recorrer suficiente espacio como para entrar en contacto con nuevos reactivos y escapar de una zona ya saturada de productos de la reacción que cataliza. Entonces el efecto del sonido sería máximo, como parece ocurrir en el estudio chino a los 8000 Hz.
Me van a perdonar vuesas sapiencias pero…
Todo esto me suena a justificación de «un nuevo e inovador tratamiento a base de musicoterapia» apoyado en estadistica del tipo «…conseguir que los datos digan lo que nos de la gana pero por una buena razon; el dinero». Que decia un catedro de la USC.
¿Gripe? Pongase diez minutos de Vivaldi en la oreja izquierda y vuelva dentro de una semana… si sobrevive.
Ya se, ya se, virus y bacteria no es lo mismo. Algo recuedo de biologia.
Por otro lado, estos estudios me suenan a rellenar programa para justificar el presupuesto o la beca de turno, o bien…, ¿no seria un trabajo de estudiantes? de esos que algunas instituciones ponen a sus chavales y luego publican para demostrar lo mucho que se hace en sus laboratorios.
El presupuesto es sagrado ya se sabe.
Lo cierto es que publicaciones des este tipo, con grandes titulares pero muy poca chica demostrativa o signifcatica abundan y parece que son fruto d ela fiebre figurante, ya se sabe, o publicas o no existes.
En todo caso desisto d eintentar comprender que supuesto mecanismo puede jsutificar que las bacterias salgan bailonas, de ser cierto, claro.
Salud.
P.D.: Profesor, ¿ha probado usted a grabar los progrmas y verlos cuando le de la gana? No se, digo, porque yo ya hace años que casi no enciendo el sintonizador.
Que el sonido tiene efectos fisiológicos no hace falta que nos lo demuestren a los que disfrutamos del oido, tan demostrado como que la acupuntura pincha. Lo que no está demostrado es que la música o la acupuntura tengan efectos curativos.
Este artículo está muy bien, entre otras cosas, porque hace reflexionar sobre una rama científica poco conocida (sonoquímica) y sobre lo poco significativos que son los resultados de algunos estudios que alcanzan a publicarse.
Hola!
Me he visto el primer artículo (el segundo lo va a pagar Rita) por encima. Si fuera «referí» no lo paso ni de coña hasta que no se presente curvas de crecimiento partiendo de la misma densidad óptica. A cada tiempo dado se miden todas variables y así se evidencian las diferencias como es debido. El artículo es un poco mierder… por decirlo suavemente.